Si en el 2005 celebramos el IV
centenario de la publicación del Quijote con grandes fastos y alharacas, en
2016 toca conmemorar el IV centenario de la muerte de su creador, si bien esta
vez con mucha menos pompa y parafernalia, que se ve que no están los tiempos
para excesos culturales. Una vez más, como si de un ritual se tratase,
numerosos municipios manchegos pretenden arrogarse el dudoso mérito de ser “ese
pueblo del que nuestro genial escritor ni tan siquiera quería acordarse”.
Curioso motivo de orgullo -pensarán algunos-… Da lo mismo… Con tal de conseguir
notoriedad y aparecer en televisión, no faltarán localidades manchegas que
pretendan convencernos de que conservan intacto el establo donde Rocinante
estampó sus primeras boñigas, o donde Sancho llevó a cabo sus juveniles
escarceos amorosos. Todo sea por intentar que se hable del pueblo y atraer ese
turismo de curiosidad que tanto se hace rogar en la Mancha.