INTRODUCCIÓN
Así se verían los dos molinos de viento situados en los "Altos de la Encarnación" cerca del actual cementerio |
Como hemos podido comprobar en el
artículo anterior, Corral de Almaguer llegó a contar en sus mejores tiempos con
diez molinos de agua repartidos a lo largo del cauce del Riánsares en su
trayecto por el amplio término municipal. Una circunstancia excepcional que supuso
un fuerte empuje para la economía y progreso de la población y la convirtió en
exportadora de grano y harinas para otros puntos de España (Castilla la Vieja).
Pocos conocen, sin embargo, que Corral de Almaguer contó también desde finales del siglo XVI y hasta comienzos del Siglo XX, con tres molinos de viento situados en zonas estratégicamente elevadas de las afueras de la localidad, que intentaban compensar en parte la parada obligatoria de las ruedas de los molinos de agua durante los meses de verano por la falta de caudal. Molinos de viento que otorgaban a la silueta de Corral de Almaguer (“skyline” se dice ahora) esa imagen icónica de pueblo manchego asociado al Quijote acuñada por el romanticismo del Siglo XIX y que, de haber perdurado hasta nuestros días, junto a las muchas casas solariegas que en su momento embellecieron el municipio, hubieran convertido a Corral de Almaguer en un destino turístico de primera.