La primera ermita de San Sebastián de Corral de Almaguer se erigió como
consecuencia de un terrible acontecimiento a escala mundial y su desaparición
vendría condicionada –tres siglos después- por otra gran hecatombe que
sembraría de muerte y destrucción la Península Ibérica. Curiosamente, en
el intervalo que media entre su nacimiento y su destrucción, un barrio entero
surgiría a su alrededor, hasta convertirse con el tiempo en un enorme arrabal con
personalidad e identidad propia, que acabaría compitiendo con el resto de la
población e incluso llegaría a contar con alcalde pedáneo. Pero vayamos
por partes.