INTRODUCCIÓN
La familia López Olmedo al completo |
Los historiadores, en nuestro continuo afán por investigar el pasado, estamos acostumbrados a recoger acontecimientos, sucesos, noticias, anécdotas y todo tipo de vivencias pertenecientes casi siempre a un grupo social muy determinado. Un grupo social que por regla general pertenece a las altas esferas y, por lo tanto, suele resultar poderoso y económicamente influyente. Hasta tal punto esa gente domina los documentos y vestigios de nuestro pasado, que en muchas ocasiones tenemos la sensación de que la gente humilde, la gente anónima, la gente de la calle, la que verdaderamente trabaja y levanta el país, no participa de la historia y ni tan siquiera existe.
Bien es cierto que -especialmente en los siglos anteriores- las personas de humilde condición estaban demasiado cerca de la pobreza y ésta a su vez demasiado unida a la miseria, por lo que únicamente aparecían en los escritos con ocasión de alguna catástrofe o desgracia que azotase a la población y de la que inexorablemente resultaban ser los más perjudicados. Y no es que los tiempos actuales hayan cambiado tanto como para acabar con esos roles sociales, pues los poderosos siguen siendo poderosos y dominándolo todo desde esa especie de mundo paralelo en el que residen, pero al menos han permitido maquillar la calidad de vida y el día a día de los de abajo, hasta el punto de hacerles creer que viven en una especie de limbo “quiero y no puedo” denominado clase media. Eso sí, cuando aparece una crisis económica, nuevamente descubren lo vulnerables que son y la quimera mental que se habían montado simplemente por tener la posibilidad de comprar y comprar y comprar……
¿Y a qué viene este sermón barato con tintes sociopolíticos?
Pues a que, de vez en cuando, los historiadores rompemos con los protocolos y decidimos recoger también las noticias del día a día. Las noticias procedentes de la gente humilde, de la gente corriente, noticias que en su momento impactaron por alguna circunstancia, hasta el punto de aparecer recogidas en los periódicos. Este fue el caso del feliz y múltiple parto de Dionisia Olmedo. Un parto triple que llegaría felizmente a término sin consecuencias tanto para la madre como para los recién nacidos y que –hace 50 años- daría lugar a los famosos trillizos de Corral de Almaguer. Los únicos trillizos del siglo XX en nuestra localidad.
Y no es que anteriormente no hubiera habido partos múltiples, es simplemente que los embarazos de más de dos fetos no solían llegar a término por su complejidad y por el riesgo que entrañaban tanto para la madre como para los recién nacidos, en unos tiempos en los que la obstetricia estaba dominada por parteras o matronas de pueblo que no siempre guardaban la higiene y asepsia debidas, produciéndose en muchas ocasiones las terribles fiebres puerperales que se llevaban a un buen número de mujeres al otro mundo, amén de las complicaciones derivadas de la complejidad de un embarazo y parto múltiple.
Aunque en el último tercio del siglo XX la obstetricia y ginecología habían avanzado enormemente de forma paralela a la mejora de la salud pública y los partos ya no revestían ese carácter de riesgo que habían conllevado hasta entonces para la vida de las mujeres, lo cierto es que los embarazos y partos múltiples no dejaban de ser alumbramientos difíciles que entrañaban compromiso fetal y maternal.
La noticia en los periódicos toledanos de la época |
Pero volviendo de nuevo a los
hechos que nos ocupan, el día 25 de noviembre de 1971, a las nueve de la
mañana, Dionisia Olmedo Cruz, de 39 años de edad, originaria de Campo de
Criptana y casada con Manuel López González de Corral de Almaguer, daba a luz en
el Hospital Virgen de la Salud de Toledo, a los primeros trillizos nacidos en aquel centro sanitario: Juan
Manuel, Miguel Ángel y Luis Fernando López Olmedo. Los dos primeros gemelos entre
sí por proceder de la división del mismo óvulo fecundado, mientras el tercero,
mellizo de los anteriores, procedía de la fecundación de un óvulo independiente.
Tres varones sanos con un peso de 2.180, 2.500 y 1.940 gr respectivamente, que
obligaron al tercero (conocido en el pueblo como Jesús) a pasar un tiempo en la
incubadora.
No queremos ni pensar la cara que se le debió quedar a aquel padre, peón de albañil, cuando le dijeran que su esposa había dado a luz a tres hijos (por aquel entonces aún no se hacían ecografías). Suponemos que a la alegría y felicidad del momento por encontrase todos sanos, debió seguir un sentimiento de angustia y preocupación por tener tres nuevas bocas que alimentar. Más aún, cuando ya contaban con otros dos hijos Vicente y Amelia (ésta última procedente de un parto gemelar en el que sólo ella sobrevivió) a los que ya costaba alimentar y procurar ropa, calzado y educación.
Eran tiempos difíciles en los que la mayoría de la gente del pueblo se las veía y se las deseaba para salir adelante cada mes y donde las pozas y el pan y chocolate, cuando lo había, sustituían a las golosinas, gusanitos y demás chucherías de la actualidad. Y aunque en un principio los agraciados padres recibieron algunas ayudas en forma de papillas para todo un año, sacar a la familia adelante debió constituir toda una odisea repleta de problemas y dificultades. Una odisea que, sin embargo, pudieron y supieron llevar a cabo aquellos esforzados padres, como demuestran los cincuenta noviembres que en este año cumplen los trillizos de Corral de Almaguer, a los que desde la Asociación y en nombre de todo el pueblo, deseamos todo tipo de dicha y felicidad para el resto de sus vidas.
Los trillizos en la actualidad |
Rufino Rojo García-Lajara (junio de 2021)
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