lunes, 3 de diciembre de 2018

CORRALEÑOS EN LA CONQUISTA DE LA FLORIDA

Soldados de los famosos Tercios Españoles del Siglo XVI

Introducción


Fueron muchos los vecinos de Corral de Almaguer que a lo largo de la Historia decidieron labrarse un futuro lejos de su localidad natal, e incluso más allá de las fronteras peninsulares. Ya fuera por espíritu aventurero, ya por intentar amasar una jugosa fortuna, o simplemente porque así lo exigía su condición de funcionarios del reino, soldados, o miembros de alguna comunidad religiosa, la realidad es que desde el descubrimiento de América y las islas del pacífico, no faltaron corraleños afincados en los más remotos lugares del mundo conocido.


Y aunque la mayoría de ellos lo hicieron de forma anónima y de su recuerdo poco o nada ha trascendido, quinientos años después siguen apareciendo documentos que nos permiten recuperar para la memoria histórica de Corral de Almaguer, los nombres de paisanos que participaron en increíbles expediciones y aventuras, cuya temeridad, valor y osadía, dejarían en pañales a los actuales protagonistas de las películas de aventuras.


Y es que, tras el descubrimiento de América de 1492, se abrió la veda para que una serie de personajes osados, aventureros y con frecuencia temerarios, arriesgaran sus vidas y las de sus hombres en la conquista de nuevos territorios y sobre todo en la búsqueda de las grandes riquezas y tesoros de que hablaban las primeras crónicas que llegaban del otro lado del atlántico.




La conquista de la Florida

Galeón español utilizado por los conquistadores
Si en algo coinciden los cronistas del Nuevo Mundo, es en reconocer la dificultad que supuso para los españoles la exploración y colonización de la península de la Florida. Tres fueron básicamente los factores que influyeron en tan difícil empresa: la agresividad de las tribus que la habitaban; la insalubridad e impenetrabilidad de la selva (con abundantes zonas pantanosas repletas de insectos y animales venenosos); y la adversa climatología de la región, con la cíclica presencia de los temibles huracanes.

Fue el conquistador y gobernador de Puerto Rico, Juan Ponce de León, quien  en febrero de 1512 decidió organizar una expedición de tres barcos en busca de las legendarias tierras de Bímini, situadas al norte de la isla de Cuba donde, según las leyendas de los indios, se encontraba la fuente de la eterna juventud. Tras partir de Puerto Rico un 3 de marzo y sobrepasar las islas Lucayas (Bahamas), el 2 de abril de 1513 desembarcó en la costa oriental de Norteamérica, probablemente cerca de Cabo Cañaveral, convencido de que acababa de descubrir una gran isla. Como ese día coincidía con el de la Pascua de Resurrección o Pascua Florida, decidió ponerle el nombre de la Florida.


Primera Expedición de Ponce de León a la Florida (Año 1513)

Después de tomar posesión del territorio en nombre de la corona española, Ponce se dispuso a bordear la costa hacia el sur, chocando en su avance con una poderosa corriente marítima que les impedía la navegación aún con el viento de popa. Sin quererlo, habían descubierto la famosa Corriente del Golfo (Gulf Stream), que tanto ayudaría a los navegantes en sus viajes de regreso a Europa.

Tras rodear la punta de la Florida por una zona de cayos que denominaron “de los mártires” y sufrir una escaramuza de los indios Tequestas, decidieron ascender por el otro lado de la supuesta isla, hasta encontrar una bahía protegida de las olas (la antigua bahía de San Carlos, actual Charlotte Harbor) en la que poder arreglar uno de sus barcos. Pasados apenas unos días, volvieron a ser atacados por los indios (en esta ocasión Los Calusas), que dieron muerte a uno de los tripulantes. Esta circunstancia motivó el que Ponce decidiera volver a Puerto Rico, descubriendo de camino una isla, que llamó de las tortugas, donde pudo abastecerse de la carne de estos quelonios así como de la de los alcatraces.

Desembarco de Juan Ponce de León en la Península de la Florida

Al año siguiente (1514) Ponce regresó a España para dar cuenta de su descubrimiento al Rey Fernando el Católico, recibiendo de éste los títulos de Adelantado, Justicia Mayor y Gobernador de las tierras de Bímini y de la Florida, además de Capitán de la Armada contra los indios Caribes, cuyo desempeño le ocasionó numerosos problemas.


Prototipo de conquistador español del Siglo XVI 

No sería hasta pasados nueve años (febrero de 1521), cuando Ponce decidiera empeñar toda su fortuna para formar una nueva expedición de dos naves y alrededor de 200 personas, incluidas familias de agricultores, ganaderos y artesanos, con fines colonizadores. La flota arribó una vez más en la zona de la bahía de San Carlos, siendo atacados de nuevo por los indios Calusas, que mataron a varios expedicionarios e hirieron de gravedad al Propio Ponce. Herido de muerte, la expedición regresó hacia la Habana, donde nuestro héroe falleció en julio de 1521 sin haber logrado colonizar la Florida.


Desde esa fecha y hasta la expedición de Menéndez de Aviles de 1565, se sucedieron varios intentos de conquista y colonización de la Florida, con resultados catastróficos:

·  En 1526 Lucas Vázquez de Ayllón organizó una expedición con 600 personas. Aunque logró fundar un primer asentamiento en la actual bahía de Chesapeake, los indios, las tormentas y la escasez de víveres, hicieron que la colonia fuera un fracaso y sólo pudieran regresar a la Habana 150. Vázquez de Ayllón no estaba entre ellos.

·   En 1528 Pánfilo de Narváez partió desde Cuba con 450 soldados y 150 marineros, esposas y sirvientes, desembarcando tras numerosos contratiempos en la bahía de Tampa, región de los nativos Tocobaga, en el actual St. Petersburg. Sin fundar ningún asentamiento costero, decidió internarse hacia el norte, en el territorio de los Indios Apalaches y Timucuas donde, después de recorrer durante ocho años el suroeste norteamericano (actuales Alabama, Mississippi, Luisiana, Texas, Nuevo México, Arizona y parte de California), sólo consiguieron regresar cuatro hombres entre los que no se encontraba Pánfilo de Narváez.

·       El 18 de Mayo de 1539, partió de la Habana otra expedición al mando de Hernando de Soto, formada por 650 hombres y 223 caballos. Tras desembarcar en la bahía de Tampa como la anterior, se internaron profundamente en los actuales Estados Unidos, viviendo una auténtica odisea que les llevó a recorrer cerca de 6.500 kilómetros en tres años, por los actuales estados de Florida, Georgia, las Carolinas, Tennessee, Alabama, Mississippi, Arkansas, Oklahoma, Luisiana y Texas, para regresar al golfo de México sin haber conseguido el oro y la plata esperados. Eso sí, en su trayecto descubrieron el río Misisipi o rio Grande, y se convirtieron en una extraordinaria fuente de información sobre la geografía, fauna y flora del sur de Norteamérica, amén de las tribus que la poblaban y sus formas de vida. Sobrevivieron alrededor de la mitad, aunque Hernando de Soto no estaba entre ellos.

Ataque de los Indios Calusas

Después de esta última expedición y tras constatar que no existían grandes riquezas en la zona ni peligro de asentamiento por parte de otros países, la corona española olvidó esta parte de América, concentrando sus esfuerzos en la protección de la península de la Florida –que permanecía aún sin colonizar- como parte estratégica del golfo de México.

Sin embargo, transcurridos poco más de veinte años (1564), 300 franceses luteranos arribaron a la Florida (cerca del actual Jacksonville) y construyeron un fuerte -al que denominaron Fort Caroline- mientras esperaban la llegada de otra expedición más numerosa dirigida por el Capitán Ribault. Informado el rey Felipe II de la amenaza que suponía la colonia francesa para los intereses económicos y religiosos españoles, decidió enviar al Capitán General de la flota de Indias, Pedro Menéndez de Avilés (uno de los mejores navegantes de la Historia de España) caballero de la Orden de Santiago y comendador de Santa Cruz de la Zarza, para que borrara del mapa el asentamiento. 

La colonización de Menéndez de Avilés

Menéndez de Avilés como Caballero de Santiago
Capitaneando una armada de 19 buques y 1504 soldados y colonos, Avilés se echó a la mar en Cádiz, sin prever que las tormentas dispersarían la mitad de la flota. A pesar de los contratiempos, Menéndez de Avilés se dirigió directamente a fort Caroline para entablar batalla, pero el estado de la mar se lo impidió. Fue entonces cuando decidió desembarcar un poco más al sur y fundar la que se convertiría en la primera y más antigua ciudad de toda Norteamérica: San Agustín.

Desde allí atacó y destruyó el asentamiento francés, exterminó a todos los soldados que no se declarasen católicos en la bahía que desde entonces lleva el nombre de “Matanzas” y renombró el fuerte como de “San Mateo”. Acabado este sangriento episodio, Avilés se dirigió a Cuba en busca de ayuda urgente para los soldados y colonos que se habían quedado en San Agustín, dado que aquellas tierras eran poco propicias para la agricultura y las incursiones de los indios les impedían salir del fuerte en busca de frutas y carne de caza. En la Habana se encontró con parte de los barcos que se había extraviado y con la negativa del gobernador a proporcionarle ayuda y suministros. Esa total obstrucción, fruto de ese pecado tan español que es la envidia, forzaría a Menéndez de Aviles a empeñar todo cuanto tenía, para enviar barcos a distintos lugares del golfo de México en busca de alimentos y otros suministros para la Florida.

Mientras Avilés buscaba desesperadamente provisiones con las que socorrer el asentamiento de San Agustín, el Rey Felipe II ya había armado otra expedición de refuerzo y avituallamiento con destino a Cuba y la Florida (dirigida por el general Sancho de Arciniega) ante la noticia de que los franceses estaban preparando una gran flota con la que castigar los asentamientos españoles del Caribe. Es en esa expedición donde encontramos a los corraleños que participaron en la conquista y colonización de la Florida.

Soldados españoles del Siglo XVI

Pero antes de comenzar con los pocos datos que nos han llegado sobre nuestros paisanos, quiero recoger que Menéndez de Avilés constituye el prototipo de buen conquistador español: valiente, generoso, fiel, honrado, noble, diplomático hábil y gobernador inteligente y riguroso, capaz de lidiar, no sólo con la lógica agresividad de los indios, sino con la incomprensión de sus propios soldados, que en no poca ocasiones se le amotinaron por las inhumanas condiciones que llegaron a soportar. 

Afortunadamente y después de no pocas penurias, Avilés logró entablar amistad con los caciques de las principales tribus de la zona, a los que trató siempre con respeto y educación, integrándolos amistosamente en el proyecto colonizador y sin hacer uso de las armas a no ser que fuesen casos extremos. No olvidemos que los indios de La Florida eran muy guerreros y se hallaban en lucha constante entre sí. Avilés encaminó sus esfuerzos a que depusieran sus odios, olvidasen antiguas diferencias y pactasen franca amistad, convirtiéndose no pocas veces en juez de sus muchas rencillas. Tras apaciguar a los indios, se dedicó a explorar las costas de Georgia y la zona meridional de Carolina del Sur, fundando nuevos asentamientos e iglesias, como Guale y Santa Elena. Nuevos pueblos como San Felipe, Tequesta y Tocobaga, además de fortines como los de Joada, Guiomae, Lameco, Cauchi y Guatari, para todo lo cual le facilitó mucho el casarse con la hermana de uno de los indios más belicosos y poderosos de la zona: Saturiba.

Corraleños en la expedición de Sancho de Arciniega

Conocemos, gracias a las recientes investigaciones de J. Michael Francis, que al menos 18 soldados de Corral de Almaguer participaron en la conquista y colonización de la Florida. Todos llegaron en la expedición del vizcaíno Sancho de Arciniega de 1566, como refuerzo del primer gobernador oficial de aquellas tierras, el adelantado Pedro Menéndez de Avilés. El convoy estaba formado por 17 barcos y 1500 hombres, de los cuales una buena parte habían sido reclutados por el capitán Pedro García de Redrobán. 

Capitán de los Tercios Españoles
Pedro García de Redrobán o Pedro de Redrován, como también aparece en los escritos, era hijo de Juan García de Redrobán y de Catalina Pérez, y un soldado curtido en los Tercios de Flandes con fama de pendenciero y temerario que había logrado ascender al grado de capitán. Como segundón de una familia hidalga de Corral de Almaguer, propietaria de numerosas tierras en el término e incluso de un cerro que llevaba su apellido -el cerro Redrobán- había preferido las armas a la carrera eclesiástica, por lo que desde muy joven se alistó en los ejércitos de su Majestad. Buscavidas y aventurero, había quedado impresionado por los rumores de grandes riquezas que provenían del otro lado del Atlántico, por lo que no se lo pensó dos veces a la hora de alistarse en la expedición de Sancho de Arciniega, convirtiéndose en uno de sus mayores reclutadores. Él es, por lo tanto, el auténtico responsable de que jóvenes corraleños participasen en la conquista de la Florida 

Sin embargo, la trayectoria de nuestro paisano no fue todo lo ejemplar que se esperaba, y pronto se vio envuelto en traiciones y rebeliones contra el gobernador y adelantado Menéndez de Avilés, que –como soldado- le valieron la pena de muerte. Afortunadamente Avilés era un hombre generoso y le permitió la apelación en España, librándose de la pena capital a cambio de enrolarse en la brutal represión de los moriscos de las alpujarras de 1568. Pocos años después (1582) lo encontramos llevando armas a Popayán (Colombia), donde se le pierde la pista. 
Arcabucero de los Tercios Españoles

Junto al capitán Pedro García de Redrobán, aparecen en la lista tres cabos o jefes de escuadra, también de origen corraleño: Joaquín de Carrascosa, Pedro de Reolí (cuyo apellido daría nombre a un famoso camino de la localidad) y Joaquín de Redrobán, primo del capitán Redrobán y, como él, de carácter violento y poco disciplinado. Joaquín promovió un motín en el fuerte de San Mateo contra las órdenes del alcaide -el sargento mayor Gonzalo de Villarroel- lo que le valió la máxima pena tras un juicio presidido por el propio Menéndez de Avilés. Esta vez sí se cumplió la condena. 

Vienen a continuación los arcabuceros, soldados que portaban gruesos fusiles conocidos como arcabuces, para cuyo letal disparo de corto alcance se necesitaba una horquilla, dado su gran peso y retroceso, además del auxilio de las picas mientras se volvía a cargar. Arcabuceros de la expedición de Arciniega fueron los corraleños: Alonso Díaz Leñero, Juan de Lara, Francisco López y Antón Sánchez. 

Piquero sin coselete

La jerarquía más baja dentro de los tercios españoles, pero la que más fama y prestigio le reportó a lo largo de los siglos XVI y XVII, la formaban los piqueros. Soldados armados con las famosas picas de Flandes o lanzas de más de 5 metros, que integraban el grueso de la compañía. Los piqueros sujetaban la pica con la mano izquierda y la clavaban en el suelo formando un ángulo de 45 grados (para resistir la embestida de la infantería y caballería contraria) mientras con la mano derecha empuñaban la espada. 

Estos piqueros iban protegidos con el típico casco o morrión español del siglo XVI, y los más afortunados con una armadura de medio cuerpo, conocida como “coselete”, que se costeaban ellos mismos. Piqueros corraleños con coselete, fueron: Juan de Ayllón, Juan Celemín, Pedro García, Alonso Lozano, Alfonso Lozano, Antonio Osorio y Juan de Redrobán. Y piqueros a secas, sin coselete, lo fueron: Alonso García Notario y Pedro Pardillo.

Piqueros de los Tercios Españoles en formación de ataque

De la vida y andanzas de estos soldados nada más hemos podido averiguar, por lo que no conocemos cuántos sobrevivieron a los ataques de los indios y a las incursiones de franceses e ingleses, ni cuántos consiguieron regresar a su localidad natal.

Evolución de la Florida

.- En 1763 y como consecuencia de la guerra de los siete años, España cedió la Florida a Gran Bretaña por el tratado de París.

.- En 1783 España recuperó la Florida por el tratado de Versalles, que puso fin a la guerra de independencia americana.

.- En 1819 España se vio obligada a vender la Florida a Estados Unidos, mediante la firma del tratado Adams-Onís




Los Indios


No puedo acabar el presente artículo, sin hacer mención especial de los habitantes naturales de aquellas tierras –los indios de las diferentes tribus de la Florida y América del Norte- auténticos perdedores de la conquista del hombre blanco y cuyo futuro se vería gravemente afectado desde entonces. Y es que a pesar de que los españoles acabaron estableciendo relaciones de auténtica amistad con los componentes de las diferentes tribus, e incluso se mezclaron entre sí conformando ese apasionante mundo mestizo tan enriquecedor y característico de América Central y del Sur, en Norteamérica su presencia y cultura se vio gravemente afectada por la brutal ambición y expansionismo anglosajón, además de por las diferentes enfermedades y costumbres europeas que los fueron exterminando y reduciendo a las actuales reservas indias. 


Pareja de Indios Semínolas de la Florida 

En la zona de la Florida que nos ocupa, las tribus Calusas, Tequestas, Tocobagas, Ays, Timucuas, Apalaches, Yamasis etc… acabaron englobadas, tras la llegada de las tribus Creeks expulsadas por los ingleses de la zona de Georgia y Alabama, en la llamada nación Semínola. Después de varias rebeliones contra los norteamericanos a comienzos del siglo XIX, los semínolas acabaron reducidos y arrinconados en dos grupos: el más numeroso vive en Wevoka (Oklahoma) y el otro sigue viviendo en Florida, en las reservas de Big Cypress, Brighton, Dania, Seminole y Tamiami Trail. 

El resto de tribus de América del Norte no corrieron mejor suerte, y el exterminio, la expulsión y la marginación fueron su triste destino. Y aunque algunas tribus, como los Apaches, Sioux, Cheyennes, Comanches, Navajos, Pies Negros, Semínolas, Cheroquees, Arapahoes, Kiowas, Shoshonis y así hasta más de 500 tribus, demostraron su dignidad intentando resistir la embestida del hombre blanco, su causa estaba abocada al fracaso, habida cuenta las armas y la capacidad militar de los invasores. 

Desde aquí un homenaje para todas aquellas tribus autóctonas expulsadas de sus tierras y especialmente para todos aquellos jefes indios -conocidos gracias a las películas del oeste- que resistieron con orgullo y dignidad las embestidas del hombre blanco. Eso sí, quizás hoy en día deberíamos reconsiderar quienes fueron los buenos y quienes los malos.



Toro Sentado o Sitting Bull (Sioux)                                               Nube Roja (Sioux)

Gerónimo (Apache)                                                             Caballo Loco  (Sioux)

Cochise (Apache Chiricaua)                                                       Oso Blanco  (Kiowa)

Conejo Corredor  (Pies Negros)                                                  Piel de Lobo  (Cheyenne)


Rufino Rojo García Lajara (diciembre de 2018)
(todos los derechos reservados)



Bibliografía: laflorida.org
Fotografía: J. P. Urdiroz Recreación de los Tercios de Flandes (Jaca)

Con mi especial agradecimiento a Alejandro Llesta de Lillo, que fue quien me informó de la presencia de corraleños en la conquista y colonización de la Florida

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