lunes, 8 de octubre de 2018

ESCÁNDALOS EN EL MONASTERIO DE SAN JOSÉ

Representación del juicio de las monjas. (Veranos de la Asociación) 
Antes que nada, quiero dejar claro que los hechos que se narran a continuación constituyen una excepción en la historia del Monasterio de San José y se corresponden con un contexto y una época muy determinada, en la que ingresaban en los conventos de clausura doncellas sin vocación alguna, forzadas por las circunstancias familiares.

Muy al contrario, el recuerdo que ha perseverado entre los vecinos de Corral de Almaguer, es el de una comunidad religiosa plena de bondad, ingenuidad y dulzura, que se ganó desde siempre el cariño y respeto de la población.


Introducción

El Monasterio de Clausura de San José de Corral de Almaguer se fundó oficialmente el 13 de agosto del año 1574, por una Real Provisión del Rey Felipe II firmada en el Palacio del Pardo.

Inicio oficial de la clausura y toma de posesión del convento
Fueron sus fundadores: Francisco del Rincón y María Gualda Carrasco, apodada en el pueblo como “La Carrasca”. La intención de esta última señora, conocedora de la grave enfermedad de su marido, era encerrarse en el convento con 5 de sus 6 hijas (la pequeña no pudo entrar porque no tenía la edad suficiente) asegurándose de esa manera un retiro dorado para su vejez.

Don Francisco del Rincón, por su parte, era un maestro cantero que acudió a Corral de Almaguer para trabajar en la última fase de la reforma de la iglesia parroquial, afincándose definitivamente en la población tras su desposorio con María Gualda. En nuestra localidad prosperó como constructor y arquitecto, aprovechando la época de mayor crecimiento económico del municipio y las numerosas subastas de obras que la Orden de Santiago licitaba en distintas localidades de la comarca. Es por ello que don Francisco amasó una jugosa fortuna, con la que compró numerosas tierras en la villa y con la que levantó una gran casa en la calle principal de la población, la calle mayor, en el límite mismo con la antigua plaza del mercado (actual cruz colorada).

Bendecido por el destino, que le obsequió con seis hijas y un hijo, a don Francisco sólo le faltaba la ejecutoria de hidalguía para entrar a formar parte de la gente importante de la villa y poder departir de tú a tú con la abultada nobleza rural que por aquel entonces se congregaba en la plaza de la Audiencia o del Ayuntamiento. Pero conseguir la carta de hidalguía no estaba al alcance de cualquiera -por más que se pleitease en la Chancillería de Granada- y comprarla al rey suponía un enorme desembolso (4.500 ducados de oro) que muy pocos se podían permitir. Es por ello que, conocedores de la problemática de la zona y con el trasfondo del ascenso social, se les ocurrió fundar un convento.

No era habitual que personas del común de la villa fundasen conventos, dado que para ello se necesitaba un enorme desembolso de dinero y el adecuado acondicionamiento del edificio. Esta era la causa de que la mayoría de monasterios femeninos fueran fundaciones de obispos, cardenales o miembros de la alta nobleza y que los edificios se encontrasen profusamente ornamentados con sus blasones o escudos, pues en no pocas ocasiones les servían luego de lugar de enterramiento. Sin embargo, la necesidad de conventos de clausura era tan acuciante en nuestra comarca (sobre todo a partir del Concilio de Trento) que el Consejo de las Ordenes no puso objeción alguna a la solicitud del matrimonio Rincón y posibilitó la firma del Rey para la fundación del Monasterio de San José.

Inicio de la clausura y toma de posesión del convento
Debemos aclarar antes, que en este tipo de conventos entraban únicamente las hijas de las familias pudientes, dado que para profesar se exigía el pago de una cuantiosa dote que no podían permitirse las familias pobres. Hay que tener en cuenta también, que en esta época era habitual concertar matrimonios entre personas del mismo linaje, desembolsando para ello una enorme fortuna. Ese gran desembolso de dinero invertido en el matrimonio más ventajoso para la familia, hacía que con frecuencia no se pudiera dotar debidamente al resto de doncellas de la casa, ofreciéndoles la posibilidad de entrar en un monasterio con un dispendio de dinero mucho menor. No es de extrañar por lo tanto que muchas monjas profesasen sin vocación alguna (como ocurrió con doña María de Mendoza) y que ésta fuera la causa de los numerosos escándalos que se produjeron durante esta época en Corral de Almaguer. Si a lo anterior añadimos que muchas otras ingresaron huyendo de matrimonios impuestos por los padres, o fueron recluidas por éstos últimos para alejarlas de amoríos con personas de más baja condición (como el caso de doña Jerónima de Almaguer), o incluso para ocultar embarazos que deshonraban a la familia (como ocurrió con doña Estefanía de Velasco), entenderemos perfectamente los acontecimientos que vamos a narrar a continuación.

Escándalos en el Monasterio de Clausura

Para entender tan graves sucesos, debemos remontarnos antes al año 1595. Habían transcurrido 20 años desde que profesaron las primeras monjas, siendo gobernadas desde entonces y sin solución de continuidad, por Francisca del Rincón, hija mayor de la fundadora. Aunque las reglas obligaban al cambio de abadesa cada tres años, Francisca repetía una y otra vez en el cargo, con la excusa de que era la única que tenía la edad reglamentaria para ser nombrada abadesa: es decir más de 40 años. Esta circunstancia la había llevado a dirigir el convento y sus finanzas de manera rígida y dictatorial, ignorando los ruegos de las demás monjas y ganándose la enemistad de buena parte de la comunidad, hasta el punto de que el Monasterio se encontraba dividido en dos bandos: las monjas viejas y las monjas jóvenes, que eran la mayoría.

La  superiora del convento como Abadesa Mitrada 
Acostumbrada desde el primer momento a llevar las cuentas del convento y las de sus sobrinos del exterior, la gestión de Francisca del Rincón había resultado un completo desastre y había provocado numerosos rumores sobre desvío de dineros a su familia. Y aunque esta última acusación jamás pudo ser demostrada, lo cierto es que el convento no atravesaba su mejor momento, acuciado por años de malas cosechas, falta de control sobre los mozos que les llevaban la labor y las obras de agrandamiento del convento que se habían iniciado.

Para rizar más el rizo, en los últimos años había ingresado en el convento una monja joven y guapa, proveniente de una rica familia noble, acostumbrada desde siempre a hacer su santa voluntad. Como niña malcriada y consentida, María de Mendoza (que así se llamaba la profesa) aceptó de muy mala gana los votos de pobreza, obediencia y no digamos el de castidad, dedicándose desde el principio a sembrar la discordia y el recelo entre las monjas, a las que atraía como si de un imán se tratase, narrándoles sus peripecias en la Corte y describiéndoles: personajes, vestidos, fiestas, lujos y hazañas amorosas con fuerte contenido sensual. Es por ello que no tardaron en producirse faltas graves contra la disciplina del convento, además de insultos y enfrentamientos directos con la madre superiora, a la que acusaban de dirigir el Monasterio a su antojo y proceder de bajo linaje.

Para colmo de males, por esas fechas tocaba nueva elección de abadesa y el enviado de la Orden de Santiago permitió esta vez que fuera elegida una monja sin la edad reglamentaria. Fue entonces cuando se armó la de Dios es Cristo.

El claustro en el año 1978
La vieja abadesa -que no podía soportar que monjas sin experiencia gobernasen la que consideraba su propia casa- escribió al Consejo de las Ordenes en los siguientes términos: “En el Monasterio de san Joseph de monjas sujetas al Consejo de Ordenes, se ha elegido poco ha, una abadesa que se dice Dª María de Orea y que, por ser convento nuevo, todas son mozas y ella lo es. La buscaron a su gusto y hay gran desorden. En especial, que un día después de Ntra. Sra. de Agosto que agora pasa, metió en el dicho convento un mozo que se dice Francisco de Cáceres después de comer y le abrió la puerta reglar y lo metió en su aposento, e hizo traer una guitarra de fuera parte y se estuvo hasta la noche cantando zarabandas y bailando con todas las monjas mozas, llevándolo por todos los aposentos con mucha desenvoltura, siendo como era mozo inquieto, que el día antes había toreado a caballo los toros en la plaza. Y hay gran escándalo en la población.…

Y ansí mismo, Francisco de Velasco, que es mozo de la dicha villa, hermano de una de las monjas, entra y sale en el dicho convento muy a menudo y le abren las puertas reglares y habla con una monja muy guapa de la que anda apasionado tiniéndola de las manos y después de noche se está con ella con velas encendidas y hay otros grandes atrevimientos en la dicha casa de mozos y clérigos que tienen inquietas a las monjas, de que hay gran escándalo en la población….

…Y sor María de la Ascensión (la nueva abadesa María de Orea) tenía y tiene una amistad con un clérigo mozo que se dice Lozano (Francisco Lozano), con el que está todo el día en la reja. Y diciendo éste misa, vuelve continuamente la cabeza al coro, entre 30 y 40 veces cada misa…

Antiguo reloj del Monasterio (siglo XVII)
Recibida la carta en el Consejo de las Órdenes, éste decidió comprobar la veracidad de las declaraciones de la vieja abadesa, enviando de manera secreta al licenciado Montalvo para que hiciera las oportunas investigaciones, tanto entre las gentes del pueblo como entre las monjas. Como resultado de esas indagaciones, Montalvo llegó a la siguiente conclusión: …Está este Monasterio con grandísima necesidad de remedio, de manera que el pueblo está escandalizado y personas honradas me han dicho que se debería de derribar por el suelo y sembrarlo de sal. No quise averiguar el porqué, por no descubrir el secreto que se me manda tenga.

Están partidas en dos bandos, con la nueva abadesa son todas las mozas y con la Francisca del Rincón son dos o tres de las más viejas. Las unas de las otras dicen cosas muy feas. La Francisca del Rincón me comenzó a decir cosas muy graves que, de ser verdad, merecerían la pena dicha. Díxome que había de pedir a Vuestra Alteza mandase que pareciese personalmente a dar cuenta de ellas. Y la nueva abadesa dice que la Francisca del Rincón las inquieta y perturba la paz y lo mismo dicen las de su valía.

Paréceme que conviene mucho al servicio de Ntro. Señor y para que V. Alteza no tenga cada día pesadumbres con ellas, que de una vez por todas se vea y entienda de estas cosas, y a quien fuere la causa de perturbar la paz se le ponga el remedio que a V. Alteza más bien visto le sea.

Visita al Monasterio de Clausura  (año 1978)
Enterada la nueva abadesa del escrito de su predecesora, escribió inmediatamente al Consejo de las Órdenes, negando todo lo que narraba la anterior y acusándola de mentiras y venganzas por no soportar ser gobernada por una monja de menor edad. Además, convocó una reunión en el coro, imponiendo el silencio absoluto sobre todo lo que ocurriese en el convento y acusando a la vieja abadesa y a su hermana de ser las que habían difundido los rumores por el pueblo. Por ello, las condenaba a un encierro de quince días en las celdas que servían de cárcel.

Nada más escuchar estas palabras y como si de un torbellino se tratase, la antigua abadesa comenzó a dar grandes voces desde el coro, gritando todo tipo de insultos y acusaciones contra las monjas jóvenes y solicitando la justicia de Dios y de los hombres. Viendo que no cesaba de proferir alaridos, la nueva abadesa intentó taparle la boca para que no escandalizara a la población, dado que los gritos se oían perfectamente en la calle. Sin embargo, al verse sujeta por la boca, la vieja abadesa comenzó a insultarla, diciéndole: …mentís bellaca, borracha, hija de un borracho, que yo no he quebrantado tal obediencia y miente quien diga que lo dixere… por lo que la primera se lio a darle de bofetadas y agarrarla del cuello. Cuando las demás monjas acudieron en su ayuda y ya que habían conseguido separarlas, entró en el coro Isabel de Vargas (que era hermana de uno de los mozos que entraban por las noches) y sin mediar palabra se lió a darle de bofetadas, arañarle la cara, romperle las tocas y tirarle de los pelos de tal forma, que se quedó con un buen mechón entre sus manos.

Entrada al cementerio del Convento (año 1978)
Lejos de aplacarse, los gritos de Francisca del Rincón arreciaron todavía más y la calle se llenó de gente del pueblo alarmada por el gran escándalo. Varios hombres que se auparon a las tapias con la ayuda de un carro, pudieron ver en directo la pelea de las monjas y cómo la vieja abadesa decía a grandes voces. “matadme, matadme, que de una pecadora haréis una mártir” y duraron los gritos de tres a cuatro horas, y hubo gran escándalo en el pueblo, y los frailes del convento de San Diego andaban por la villa pregonando que el Monasterio debía derribarse y echar sal sobre sus cimientos para que no creciese ni la hierba.

Todos estos escándalos, de cuyas investigaciones e interrogatorios se conservan numerosos documentos en el Archivo Histórico Nacional, lo solucionó el Consejo de las Órdenes destituyendo a las principales implicadas y enviándolas a otros conventos. …parecíanos conveniente se la privase perpetuamente de voz pasiva para oficio de prelada y por cuatro años de todo voto. Y por la publicidad que ha habido y porque se entendiese el castigo y use de ejemplo para las de delante, por el tiempo que V. Majestad fuese servido, se la llevase a otro Monasterio (El Toboso). Además, trajeron a dos monjas del Monasterio de Torrijos (Juana Bautista y Juana de San Miguel) para que les impusieran fuertes penitencias e hicieran retornar la paz y la disciplina a los claustros. Poco tiempo después, la vieja abadesa Francisca del Rincón moría lejos de su casa afectada por los grandes disgustos que se le habían infligido, mientras la guapa María de Mendoza se salía del Monasterio alegando que había entrado forzada por su padre y que el convento de Corral de Almaguer era un lugar pobre, estrecho y nefasto para su salud.

Asociación de Amigos de Corral de Almaguer. Representación del juicio de las monjas (año 2018)
Asombrosamente y aunque pueda parecernos increíble, pasados apenas nueve años (1604), el Monasterio de clausura de Corral de Almaguer era de nuevo motivo de escándalos: …de la visita personal que hicimos de las monjas de San José de la villa del Corral de Almaguer, consta que, aunque tienen la necesidad que a V. Majestad habíamos significado del reparo de la casa, la tienen mayor de reformación en la observancia de la religión, porque son muchas las faltas que ha habido en este tiempo pasado en la guarda de sus constituciones y mandatos de V. Majestad. Y ha sido notable el descuido y permisión que se ha tenido en la observancia de la clausura, por haber entrado hombres y mujeres, algunos con poca y otros con ninguna ocasión, y las mujeres sin limitación estando prohibido con las mesmas penas...

El enfado y burla entre las gentes del pueblo era mayúsculo y algunos miembros de las familias principales (como los Almagueres) se negaban a que sus hijas profesasen en el convento mientras no se solucionasen los continuos escándalos y faltas contra la religión. …Hay una monja novicia que se llama Doña Magdalena de Almaguer que tiene cerca de cinco años de hábito y más de 18 años de edad. Es hija de los hombres más principales de la villa y preguntada por la causa de no haber hecho profesión, dice que sus padres han estado aguardando por ver si el Monasterio se pone en mejor orden para que ansí profese y, sino, que pensaban llevarla a otro Monasterio.

Asociación de Amigos de Corral de Almaguer. Representación del juicio de las monjas
En esta ocasión, sin embargo, el Consejo de las Órdenes reaccionó de forma rápida y contundente, imponiendo fuertes penas a las culpables y llevándoselas a otros conventos. Además, esta vez procedió también contra los que habían entrado en el convento y se les impusieron fuertes multas con las que se pudo comprar una de las casas de alrededor: …Habemos entendido que en tiempos atrás también ha habido faltas en la observancia de la religión y como se ha quedado sin castigo, ya fuese por no haberlo habido en las visitas o por no haber dado noticia a V. Majestad, y conviene para su remedio se castigue por haber sido público y escandaloso, a los hombres que pudimos saber estuvieron en la villa y tierra, procedimos contra ellos y los castigamos con penas pecuniarias (con las cuales se les compró una de las casas) y algunos días de salario y algunos días de destierro y años sin que puedan entrar en el Monasterio, de que se quedaron escarmentados.

Curiosamente, la abadesa era en esta ocasión Juana del Rincón, la hermana pequeña de la vieja priora y la única hija de la fundadora que permanecía aún en el convento.



Rufino Rojo García-Lajara (octubre de 2018)

(Todos los derechos reservados)



Fotografías: Alfredo Salazar, Gregorio Martínez Chacón y José Luis Martínez Ávila


Bibliografía:

.- Archivo Histórico Nacional: Ordenes Militares, Orden de Santiago. Archivo Secreto. Legajos: 1583, 18.089, 78.956, 78.951

.- Archivo Histórico Nacional: Libro de Visitas del año 1605








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