La nueva casa de la Encomienda (Antigua Sinagoga de los judíos)
Yesería gótico-mudéjar del salón principal (finales del siglo XV) |
Finalizados los trámites para la venta de la vieja casa y adjudicada definitivamente a la familia Briceño, lo siguiente era encontrar un lugar céntrico y soleado donde levantar la nueva Casa del Comendador. Como la venta de los viejos edificios no había ofrecido los resultados esperados, don Lorenzo Manuel solicitó -y obtuvo del Rey- el permiso para quedarse con el impuesto conocido como “Media Annata”. Un tributo que estaban obligados a pagar todos aquellos agraciados con alguna concesión o favor real y que consistía en la donación a Su Majestad de la mitad de las rentas obtenidas por el disfrute de la mencionada concesión durante los dos primeros años.
Venta de la Sinagoga a la capellanía de los Ayllones |
Y puesto que por cuestiones de
trabajo don Lorenzo Manuel se encontraba obligado a acompañar al Rey en todo
momento, nuestro comendador otorgó poderes a su procurador en la villa, Pedro
Collado, para que éste se encargase de gestionar todo lo referente a la nueva
edificación. Dado que el presupuesto no daba para levantar un gran caserón de
piedra, Collado convenció a don Lorenzo para que comprase un edificio ya
construido y emblemático, susceptible de ser reformado y ampliado con nuevas
dependencias, almacenes, graneros, bodegas y corrales. Una jugada perfecta para
el procurador, teniendo en cuenta que su hermano (Juan Collado) y su primo
(Juan de Ayllón), eran copatronos de una capellanía fundada en la iglesia
parroquial en memoria del Comendador Ayllón, que tenía vinculado entre sus
bienes el edificio de la Sinagoga de Corral de Almaguer. “ Otrosí
solía tener la dicha capellanía, unas casas que eran sinoga de los judíos”. Sinagoga
de la que los patronos querían desprenderse cuanto antes, dada la escasa
rentabilidad que les estaba proporcionando. Y es que a pesar de tratarse de una
magnífica casa, pocos se aventuraban a vivir en su interior, habida cuenta la
psicosis antijudía que se había instalado en la sociedad española de principios
de siglo y el consiguiente temor a que personas malintencionadas o envidiosas
pudieran ver motivos judaizantes en habitar el inmueble y denunciarlo a la
Inquisición.
[Debemos
aclarar en este punto, que las capellanías eran fundaciones de carácter
religioso, escrituradas ante notario, que tenían como único objetivo la
celebración de una serie de misas semanales por el alma de los difuntos
incluidos en el documento de fundación. (No olvidemos que por esta época se
creía que cuantas más misas se dijeren por el alma de una persona, más
posibilidades tenía de superar el purgatorio y ascender al cielo).
Para poder pagar el salario del capellán encargado de oficiar los servicios
religiosos, los fundadores debían dejar vinculados a la capellanía una serie de
bienes (tierras, casas, intereses de préstamos, huertas, animales etc..) de
cuyas rentas y beneficios se pudiera obtener el sueldo del mencionado
sacerdote. Sacerdote o Capellán que, dicho sea de paso, era nombrado por los
dos patronos encargados de la administración de la capellanía, procurando que
perteneciera a la familia y así todo quedase en casa.]
Escudo de don Diego Muñoz en el salón principal |
Sin embargo y en contra de lo que
creíamos hasta hace pocos años, la capellanía de los Ayllones no fue la primera
propietaria del edificio de la Sinagoga después de la expulsión de los judíos,
sino don Diego Muñoz.
Era don Diego Muñoz el titular de
una vieja familia hidalga de la localidad con fuertes lazos familiares en la
cercana villa de Belmonte. Descendía de los conflictivos Muñoces de Teruel y
había conseguido enriquecerse tras su participación en la toma de Málaga por
los Reyes Católicos (año 1487). Precisamente como pago al arrojo y valentía
demostrados durante el asedio, los Reyes lo recompensaron con varios edificios
y tierras en aquella magnífica ciudad, además del cargo de regidor en el primer
gobierno de la citada urbe (1489-1491). Protagonizó también en aquella exótica
ciudad, un violento suceso pasional que bien merece ser contado en otro momento.
De regreso a Corral de Almaguer
pletórico de orgullo y maravedíes e impresionado por el
lujo y belleza de las
construcciones islámicas, don Diego compró los edificios de la sinagoga (quizás
los más parecidos a los de Málaga) con la intención de reformarlos y adaptarlos
como vivienda. La casualidad quiso que por aquel entonces se encontrasen en
nuestra villa canteros y albañiles especializados en la construcción mudéjar,
contratados por el Concejo de la villa para la reforma de la iglesia
parroquial. Junto a los canteros, maestros carpinteros fabricaban también
andamios y cerchas para sujetar las dovelas de los futuros arcos apuntados, a
la vez que tallaban y ensamblaban las piezas de los “almizates” que adornarían
los tres artesonados del templo parroquial.
Escudo de los Muñoces de Corral de Almaguer |
Desconocemos -ante la ausencia
total de estudios arqueológicos- qué partes de la Sinagoga fueron derribadas durante
la reforma de don Diego y cuáles aprovechadas para levantar la nueva
edificación. El sentido común y la presencia de algunas estructuras que parecen
adscribirse a épocas anteriores, nos obligan a pensar que no fueron pocos los
elementos reutilizados, pues entendemos que la sinagoga debió reflejar en su
momento el excelente nivel económico que gozaba la judería de la localidad, con
personajes cercanos a la Corte. Es por ello que nos atrevemos a pensar que el
templo hebreo de Corral de Almaguer no fue un edificio anodino como en muchos
municipios españoles, sino más bien una construcción singular que destacaba entre
las casas de la población. La prueba está en que a pesar de la reforma llevada
a cabo por su nuevo dueño, los vecinos siguieron hablando durante décadas de
los edificios de la Sinagoga y no de las Casas de don Diego Muñoz.
Fachada y alero del actual edificio |
En cualquier caso, no cabe duda
que los albañiles mudéjares (quizás por indicación del propio dueño, o porque
la Sinagoga ya lo tenía) otorgaron al edificio ese aspecto exterior de palacio
Musulmán. Aspecto que ha conservado hasta nuestros días, gracias a la pervivencia
de ese impresionante alero o tejaroz mudéjar dotado de amplio voladizo. Alero sustentado
por tres filas de canecillos labrados, que no sólo lo hacen único en la comarca
y le imprimen ese aire exótico de palacio islámico, sino que lo acercan por
semejanza a los de edificios tan emblemáticos como el llamado Palacio del Rey
don Pedro de la ciudad de Toledo (siglo XIV), el Hospital de Antezana de Alcalá
de Henares (siglo XV), o la fachada del Palacio del Rey don Pedro de los Reales
Alcázares de Sevilla (siglo XIV) por poner algunos ejemplos. Un detalle
ornamental tan exclusivo y excepcional en la Mancha, que sólo por eso
merece ser protegido para la posteridad.
Pero sigamos con la descripción
de la casa, que aún guarda muchas sorpresas.
Continuando con la fachada y a
pesar de su aparente austeridad decorativa (debemos aclarar que se perdió la
celosía que adornaba la ventana superior, además de las ménsulas que cerraban los
laterales del alero, las rejas y el escudo de don Lorenzo Manuel encima de la puerta)
todavía podemos descubrir en ella una serie de detalles estructurales que nos
van a suministrar interesante información. De entrada, si nos fijamos en el
muro de la fachada principal –la que se corresponde con el alero- vamos a
encontrarnos con dos partes bien diferenciadas que parecen obedecer a dos tipos
distintos de materiales usados para su construcción. Una primera en la que se
aprecia la utilización de una especie de conglomerado de piedra menuda, que
abarca desde el suelo hasta la mitad del edificio (lo que sería la planta baja)
y otra encima, a base de tapial, muy
semejante al aspecto que ofrece el resto de la edificación. El hecho de que se
utilice la piedra únicamente en esa primera zona de la casa, parece indicarnos
que estamos ante un muro reutilizado de una edificación anterior (probablemente
la Sinagoga o la casa del rabino).
Muro de cantería y dovelas del arco |
Pero no acaban aquí las sorpresas
que encierra el arco. Si miramos detenidamente cada una de esas dovelas, nos encontraremos
con una serie de signos grabados en su superficie. Signos lapidarios que no obedecen
a símbolos mágicos como gustaba creer la imaginación popular, sino
a la marca o firma de los canteros que las esculpieron, evitando así confusiones
a la hora de cobrar por pieza trabajada. Costumbre muy arraigada en este gremio
durante la Edad Media y que podemos encontrar en la mayoría de los edificios importantes
de la época. El hecho de que en Corral de Almaguer aparezcan únicamente en el
arco de la Casa de la Encomienda, refuerza la teoría de que la sinagoga fue un
edifico emblemático dentro de la población. Más aún, somos capaces de
relacionar e identificar a los dos canteros que intervinieron en la talla del
arco, al haber descubierto signos lapidarios de similares características en la
llamada Torre de Boabdil del Castillo de Porcuna (Jaén) y en el edificio más
antiguo de Madrid: La Torre de los Lujanes.
Marcas de cantero similares a las de la Torre de Boabdil de Porcuna (Jaén) y la Torre de los Lujanes (Madrid) |
La Torre de Boabdil de Porcuna,
es una bella construcción mudéjar con forma octogonal y gruesos muros de piedra
de sillería, mandada erigir por la Orden de Calatrava entre los años 1411 y
1435. Según la tradición, en ella estuvo preso el rey moro Boabdil tras ser
apresado por los Reyes Católicos en la batalla de Lucena.
Torre Nueva o de Boabdil en Porcuna (Jaén) y Torre de los Lujanes, en la Plaza de la Villa de Madrid |
La Torre de los Lujanes, por su
parte, se encuentra situada en la plaza de la villa de Madrid frente al viejo
ayuntamiento de la capital. Se trata de un torreón mudéjar de cierta altura, en
el que según tradición poco fundamentada estuvo prisionero el Rey Francisco I
de Francia (enemigo mortal del Emperador). Pues bien, en uno de sus laterales,
concretamente en la llamada calle del codo, se encuentra una bellísima puerta
gótico-mudéjar con arco apuntado en forma de herradura (único en Madrid), en
cuyas dovelas se aprecian los signos lapidarios del cantero que la esculpió.
Signos lapidarios que coinciden totalmente con uno de los dos que aparecen en el
arco de Corral de Almaguer y que nos ayudan a datarlo a comienzos del siglo XV,
en sintonía con la fecha en que fueron construidos los dos torreones.
Pilar ochavado del Patio (Años 80) |
Capitel con escudo picado intencionadamente |
Pero no debió ser esta la única yesería que adornaba el salón principal del edificio, pues los escritos que describen la casa tras su compra por la encomienda, nos hablan de una chimenea francesa en su lado izquierdo (las chimeneas francesas de la época solían estar decoradas profusamente con escudos y tracerías góticas) y una puerta en el lado opuesto adornada con molduras. “Y en el testero, a la mano izquierda, una chimenea francesa embebida en la pared. E a la mano derecha está una puerta de madera de pino con su bastimento e molduras…”.
Y como adelantábamos anteriormente, por si había alguna duda sobre quien mandó labrar las yeserías, en el dintel de la puerta -por el interior- se encuentra tallado el único escudo de armas de don Diego Muñoz que, por alguna circunstancia, se conservó (quizás por su pequeño tamaño) y gracias al cual hemos podido datar la compra y reforma de la vieja Sinagoga, en torno a los años 1493 a 1497. Por cierto que junto a una de las yeserías apareció también otro signo lapidario, probablemente el del maestro yesero que las labró.
Tracerías y claraboyas de finales del gótico que adornan las yeserías |
Alfarje con doble fila de canecillos del salón principal. |
Retomando la narración histórica,
a la muerte de don Diego Muñoz (probablemente durante la peste de 1507), sus
descendientes vendieron la casa a la capellanía de los Ayllones (año 1510) a
cambio de varias tierras y bienes: Otrosí dejó el dicho Diego Muñoz
unas casas a la dicha capellanía, que fueron synoga de los judíos, las quales
con licencia del convento de Uclés se trocaron por las heredades siguientes:
Una viña de mil e cien
vides en el pago de la hoscosa, alinde de la una parte con el cancho viejo e de
la otra con Martín González de la Ovejera.
Más otra haza de dos
fanegas en la vega de arriba, en la laguna, linde Diego Muñoz.
Otra haza que dicen de los
olmillos, que cabe tres fanegas de cevada, alinde de la huerta de Sebastián
Sánchez.
Otra haza de quatro
fanegas, cerca de la saceda, alinde de los membrillos de Alonso Martínez Madero.
Quatro tenajas, las dos
fasta quarenta arrobas, e las otras dos a treinta arrobas.
Quicialera en forma de proa de barco |
Es por esto que a los patronos de
la capellanía se les abrieron los cielos cuando se enteraron que don Lorenzo
buscaba un buen edificio para la encomienda y que encima su propio hermano era
el encargado de su gestión. El precio no iba a resultar barato, pues no era
cuestión de desaprovechar la ocasión de hacerse con un buen dinero, conscientes
como eran de que el comendador quedaba muy lejos y la Orden de Santiago no iba
a poner problemas a la hora de cerrar la operación. En consecuencia, la nueva
Casa de la Encomienda de Corral de Almaguer se instaló en las viejas casas que
ocupaba la Sinagoga, reformadas por don Diego Muñoz. A todo ello
había que añadir la placeta que se formaba en sus inmediaciones (al estilo de
las dos que permanecen todavía a lo largo de la calle Santa Ana) más el
callejón del Rojo, que comunicaba la calle de Santa Ana con la calle de Gasco
(cuesta de los guardias) y que con el paso del tiempo acabó cerrándose mediante
un portón.
Y aunque las casas se encontraban
en bastante buen estado cuando fueron adquiridas por la Encomienda, hubo que adaptarlas
y añadirles algunas dependencias para graneros, bodegas y corrales, necesarios
para almacenar el producto de los diezmos y demás impuestos recaudados en la
villa y en la vecina Puebla de Almoradiel. Hubo también que arreglar algunas
estancias del viejo edificio, que se encontraban hundidas o en mal estado por
llevar 30 años sin habitar. Las obras se sacaron a subasta pública en 1538
-según prescribía la Orden de Santiago- recayendo en el maestro alarife Hernando
del Provencio como mejor postor.
Vista de la puerta del salón principal desde fuera y desde dentro (fotografías años 80) |
Hernando del Provencio era un famoso constructor de la comarca, cuya familia morisca del pueblo conquense del Provencio se había afincado en nuestra villa años atrás, con motivo de la reforma del cuerpo de la Iglesia Parroquial (1492-1500). Hernando o “Fernando” que de las dos maneras aparece en los escritos, había conseguido amasar una considerable fortuna gracias a su especializado saber en la arquitectura mudéjar de la zona y en todo tipo de construcción en general. Habitual en las subastas de obras de la Orden de Santiago, se convirtió en el artífice de la torre de Puebla de don Fadrique, además de varias Tercias y obras en las encomiendas de alrededor.
Los trabajos de reforma y
acondicionamiento de la nueva Casa de la Encomienda se llevaron a cabo a lo
largo de los años 1538 y 1539. Y como el presupuesto no daba para grandes
florituras, lo que se hizo fue reutilizar al máximo los elementos constructivos
de las edificaciones anteriores y usar para las nuevas el tapial y la madera
como materiales de construcción. Materiales ambos relativamente baratos y muy
utilizados en la zona para todo tipo de edificaciones. Desgraciadamente no hemos
podido encontrar los documentos de obra con los detalles del proyecto, aunque
básicamente lo que debió levantarse de nuevo fue la parte de los graneros,
almacenes, bodegas y corrales, más algunos desperfectos en la vivienda de don
Diego Muñoz debidos al prolongado abandono.
Decoración de los canecillos del alfarje (foto años 80) |
Visita de la Casa de la Encomienda (año 1.555)
Decoración gótico-mudéjar de finales del Siglo XV |
Esquina del alfarje del salón principal |
La Casa de la Encomienda en el Siglo XVI (Montaje fotográfico) |
Relación
de la obra de la dicha casa de la encomienda
Parece que la obra de la dicha
casa se remató en Hernando del Provencio, vecino de la dicha villa del Corral
de Almaguer, en cierta forma e con ciertas condiciones que mostró -e se vio ante
los dichos visitadores- Juan Guerrero, vecino de Ocaña, en su nombre como
mayordomo de la dicha encomienda. E los dichos visitadores, para saber si la
dicha casa estaba fecha conforme a las dichas condiciones e remates que della
se hizo en el dicho Hernando del Provencio, mandaron al dicho Juan Guerrero,
del dicho nombre, e al dicho Hernando del Provencio, por sí, e que cada uno
dellos nombrase un oficial que viese la dicha obra e las mejoras e faltas que
en ellas vieren. Los quales nombraron por oficiales: el dicho Juan Guerrero del
dicho nombre a Fernando del Rincón, y el dicho Hernando del Provencio a
Francisco Romero, vecinos de la dicha villa, maestros de carpintería e
albañilería, a los quales se les tomó juramento en forma. E los dichos
visitadores les mandaron vean la dicha casa e obra della, e vean si está
edificada conforme a las condiciones e remates e obras que el dicho Hernando
del Provencio hizo, e lo que está mejorado o empeorado en ella. Los quales,
teniendo delante las dichas condiciones, vieron las dichas casas e toda la
obras de las casas, e pareció que tenían de pérdidas e faltas que no estaban
fechas conforme a las dichas condiciones, cinquenta e seis mil e trescientos e
treinta e un maravedíes que tenía gastados, e descontados seis mil maravedíes
que tenía la dicha obra de mejora, todos los quales eran necesarios para acabar
las dichas casas conforme a las dichas condiciones. Lo qual visto por los
dichos visitadores, de pedimiento del dicho Juan Guerrero, dieron su mandamiento
executorio contra el dicho Hernando del Provencio e sus fiadores, por los
dichos cinquenta e seis mil e seiscientos e treinta e un maravedíes de las
dichas faltas, e se hizo la dicha execución en sus bienes, los quales se
vendieron e remataron en Francisco de Almogávar, vecino de Ocaña, al qual los
traspasó el dicho Juan Guerrero. Y él se otorgó por contento dellos. E los
dichos visitadores le mandaron que haga hacer las dichas obras conforme a las
dichas condiciones e remates, por manera que queden en perfección e segund e
como estaba obligado el dicho oficial a las hacer.
Patio mudéjar muy parecido al de la encomienda |
El patio de la encomienda totalmente cubierto y en estado de abandono (década de los 80) |
El patio de la encomienda en la actualidad |
Nota final: Don
Lorenzo Manuel nunca llegó a morar en la nueva Casa de la Encomienda, pues al
poco tiempo fue ascendido a Comendador Mayor de la Orden de Alcántara y pocos
años después falleció. El que sí pudo habitarla fue su hermano Rodrigo Manuel, una
vez que el Rey Felipe II lo nombró Comendador de Corral de Almaguer.
La casa sufrió numerosas reformas
a lo largo de la historia, aunque siempre conservó el aspecto original de la
primitiva edificación. Los dos últimos personajes que disfrutaron de la Encomienda
de Corral de Almaguer fueron: el Infante don Antonio Pascual de Borbón (hijo del
rey Carlos IV) desde 1801 a 1806 y su hermano pequeño Francisco de Paula de
Borbón de 1806 a 1809 aunque, como la mayoría de comendadores, jamás pisaron el
edificio. Las Ordenes Militares fueron suprimidas en 1809 por el rey José
Napoleón Bonaparte y sus bienes vendidos décadas después (reinado de Isabel II)
durante la llamada desamortización de Mendizábal. A partir de entonces la casa
pasó a manos privadas.
Rufino
Rojo García-Lajara
(Todos los derechos
reservados)
Mi especial agradecimiento a SFC Arquitectura, por su denodado interés en todo lo que concierne a la recuperación de los viejos edificios de Corral de Almaguer y por su desinteresada colaboración. Confiemos que entre todos podamos conseguir que la Casa de la Encomienda de Corral de Almaguer (Antigua Sinagoga) sea declarada Bien de Interés Cultural y se convierta en el tercer edificio protegido de nuestra población.
Bibliografía:
- Archivo Histórico Nacional. Libros de Visitas de la Orden de
Santiago correspondientes a los años 1.511, 1.515, 1.524, 1.528 y 1.555.
- Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo.
Legajo Nº 24.755. Venta de la Casa de la Encomienda del Corral de
Almaguer.
- Real Academia de la Historia. Colección Salazar. Manuscrito
9/121. Genealogía de los Muñoces
- Amador de los Ríos, José. Historia de la Villa y Corte de
Madrid. Volumen II. Año 1862. (pags. 455 a 457).
- Gómez Terreros, M. Valle. Arquitectura de las Órdeneas
Militare en Andalucía. Universidad de Huelva Año 210 (pags. 357 y 358).
- Senderos esotéricos.
Ruta 411 la casa de la Encomienda de Corral de Almaguer. https://senderosesotericos.wordpress.com.
Fotografías: Del Autor, SFC Arquitectura, Juan Ángel Fernández Andrade y Senderos Esotéricos.
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