Detalle del rostro de la Virgen de la Soledad |
Siguiendo con la serie de aproximaciones históricas a las cofradías de Semana Santa de Corral de Almaguer, este año toca el turno a la hermandad de la Soledad.
Se trata de la segunda en antigüedad después de la cofradía de la Vera Cruz y la primera que sacó en procesión una imagen de vestir.
Orígenes
Aunque es difícil establecer el momento justo de su fundación, dado que los primitivos libros de actas se encuentran tan perdidos como los de las demás cofradías, sabemos que las hermandades de esta advocación surgieron en su mayoría a partir del Concilio de Trento y más concretamente tras la llegada a España de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia y de Catalina de Médicis. Una reina de carácter sensible y delicada salud, que mantuvo a lo largo de su corta residencia en España una indisimulada añoranza por su país, debido a la rígida y encorsetada Corte española. Con todo y con eso, su dulzura y juventud le ganó el cariño de su esposo y el de sus súbditos, convirtiéndose en una de las reinas más querida por los españoles. Desgraciadamente falleció a los ocho años de su llegada a España, como consecuencia de los problemas acaecidos durante el embarazo y el parto, y la desacertada intervención de los médicos de la Corte. A partir de entonces, Felipe II vestiría siempre de luto.
Isabel de Valois. (Museo del Prado) |
Cuentan las crónicas y más
concretamente el padre Antonio Arés (primer cronista de la hermandad madrileña
de la Soledad) que cuando vino la reina francesa a España en el año 1560,
portaba entre su ajuar un cuadro de la virgen en posición arrodillada, que
representaba la soledad y la angustia de María en el calvario junto a una cruz
vacía. El cuadro –que había sido un regalo de San Francisco de Paula a los
Reyes de Francia- era tan venerado por la joven reina, que automáticamente
entró a presidir su oratorio personal.
Al año siguiente y coincidiendo
con el traslado de la Corte a Madrid (1561), los frailes de San Francisco de
Paula -conocidos en España como los Mínimos- comenzaron la construcción del
convento de Nuestra Señora de la Victoria en la actual Puerta del Sol, esquina
con la Carrera de San Jerónimo. Daba la casualidad de que uno de los frailes de
ese convento, fray Diego de Valbuena, era el confesor de doña María de la Cueva,
condesa de Ureña y camarera mayor de la Reina. Aprovechando la cercanía de la
mencionada dama a Isabel de Valois, el confesor dejó caer que dicho cuadro
debería presidir el futuro retablo del convento de la Victoria. Doña María le
replicó que la reina sentía una profunda devoción por el citado lienzo y que
por lo tanto la propuesta quedaba descartada. No obstante, la Condesa de Ureña
le propuso hacer una copia por algún pintor de la Corte y que el monje la
colocase en su monasterio. A fray Diego el ofrecimiento le pareció estupendo,
por lo que rápidamente se lo comunicó a los demás frailes de la comunidad,
quienes, una vez meditada la propuesta, le sugirieron que, puestos a realizar
una copia en pintura, mejor tallar una imagen de vestir que recogiera ese mismo
aspecto. La idea entusiasmó a la propia reina, que rápidamente mandó llamar al
artista de la corte Gaspar Becerra (por aquel entonces pintor y escultor del
Alcázar de Madrid y del Monasterio de las Descalzas Reales) para que se
encargase del proyecto.
Imagen original de Gaspar Becerra |
Fueron dos las tallas que
presentó el artista a la reina, sin que a ésta le terminasen de agradar del
todo, animándolo a que continuara trabajando hasta que diera con la imagen que
le rondaba la cabeza. Captada por fin la idea de la reina y con el objeto de
darle el aura de milagro que necesitaba la escultura (y sobre todo la economía
del convento) se hizo correr la leyenda de que la talla había sido esculpida a
partir de un tronco de leña quemado, que la divina providencia –mediante un
sueño- le había sugerido al artista que salvase del fuego. Todos quedaron
impresionados y la noticia corrió como la pólvora no sólo por la Península,
sino por las posesiones de Nápoles y América.
Lo siguiente era elegir la indumentaria
que habría de llevar la imagen.
Indumentaria
La reina Mariana de Austria como viuda castellana. (Museo del Prado ) |
Y fue doña María de la Cueva,
condesa de Ureña y camarera mayor de la reina, la que sugirió vestirla al modo
de las viudas nobles castellanas. Es decir: con túnica y largas tocas blancas,
cubiertas por manto negro. Como la idea fue aceptada inmediatamente, doña María
se ofreció a regalarle uno de sus trajes. Esta vestimenta sería la primera que
llevaría la imagen y la que se convertiría en el referente de toda España. Más
aún, doña María propuso el nombre que había de dársele a la Virgen: “Nuestra
Señora de la Soledad”, con gran entusiasmo por parte de la reina y las demás
damas de la Corte.
Nació así la españolísima imagen de la Soledad, con indumentaria de viuda castellana y un rosario en las manos como único complemento. Sin semejanza alguna con las demás advocaciones de la época, la Virgen de la Soledad reflejaba en sus facciones el inmenso dolor y soledad de la madre que ha perdido a un hijo, remarcado por la inclinación de la cabeza hacia la derecha y las manos fuertemente cruzadas sobre el pecho como gesto de desesperación.
Antigua Dolorosa de Benavente, con los vestidos de viuda castellana del siglo XVI |
Nació así la españolísima imagen de la Soledad, con indumentaria de viuda castellana y un rosario en las manos como único complemento. Sin semejanza alguna con las demás advocaciones de la época, la Virgen de la Soledad reflejaba en sus facciones el inmenso dolor y soledad de la madre que ha perdido a un hijo, remarcado por la inclinación de la cabeza hacia la derecha y las manos fuertemente cruzadas sobre el pecho como gesto de desesperación.
Soledades de Fuente de Pedro Naharro, Aranjuez y Pozorrubio, vestidas al estilo castellano |
La cofradía de
la Soledad de Corral de Almaguer
Imagen de Nuestra Señora de la Soledad anterior a la guerra civil |
Surgió austera y con vocación de
luto, como asociación gremial de vecinos que pretendían rememorar el misterio
de la Pasión y Muerte de Cristo, participando de sus dolores mediante la
penitencia y la autoflagelación pública. Fue por lo tanto en sus orígenes, al
igual que la cofradía de la Vera Cruz, una hermandad de disciplina, con hermanos
de sangre (disciplinantes) y hermanos de luz que, por su edad, salud o género,
acompañaban a los flagelantes alumbrando sus pasos con grandes hachones de
cera.
Nada sabemos del gremio que la
componía ni la fecha exacta de su fundación, aunque la presencia de clérigos ejerciendo
como mayordomos y numerosos ornamentos eclesiásticos en el inventario de sus
bienes, nos hacen pensar en una cofradía de iniciativa eclesiástica, creada en
torno a los años 1565 a 1575 coincidiendo con el surgimiento de las primeras
hermandades de esta advocación en España. Es bastante probable por lo tanto que
la primera imagen de vestir de la Semana Santa Corraleña (Nuestra Señora de la
Soledad) fuera tallada coincidiendo con la fundación de la hermandad, dado que
para el año 1603 ya aparece como una cofradía plenamente establecida y con sus estatutos aprobados por las autoridades eclesiásticas.
Desconocemos si sus miembros
ejercían alguna labor asistencial de ayuda a los más necesitados, como ocurría
con algunas hermandades de esta advocación, o si el recorrido procesional
terminaba en el otro humilladero de las afueras de la villa, (el humilladero de
la Piedad, situado en las eras altas junto al camino de Villanueva). Lo que sí
sabemos, por ser común práctica en todas las hermandades de la Soledad, es que
los cofrades debían asistir confesados a los oficios del Viernes Santo,
vestidos con túnicas de paño negro basto, ceñidas con un cíngulo del mismo
color y posiblemente capirotes. Una vez en la parroquia, los hermanos, junto
con los demás vecinos de la villa, asistían a una ceremonia impactante: el
llamado Oficio de Tinieblas.
Tenebrario de oficio de Tinieblas |
Un ritual eclesiástico cargado de simbolismo, suprimido por el Concilio Vaticano II, en el que el templo acababa
totalmente a oscuras, iluminado únicamente por las temblorosas luces del Tenebrario.
Un enorme candelabro de madera con forma triangular en su parte superior
(desaparecido en la restauración de la iglesia del año 1978), que alojaba un
total de quince velas dispuestas de forma simétrica y descendente en dos de los
lados del triángulo.
Según avanzaban los oficios,
llegado un determinado momento se comenzaban a cantar las lamentaciones del
profeta Jeremías, procediendo a ir apagando las velas conforme acababa cada uno
de los salmos. Con el final de los últimos versículos del Benedictus, se
iban apagando también las seis velas colocadas en el altar y las demás luces de
la iglesia, hasta que el templo quedaba iluminado únicamente por la vela más
alta del tenebrario. Vela que era retirada por el sacerdote y escondida detrás
del altar, momento en el que se cantaba el Miserere o salmo 51 con la iglesia
totalmente a oscuras. Acabada la letanía, el sacerdote daba varios golpes secos
en el altar con uno de los libros y los monaguillos y todas las personas que
asistían a los oficios hacían sonar las carracas y matracas en un ruido
ensordecedor que recordaba los temblores de tierra que siguieron a la muerte de
Cristo. Seguidamente el oficiante mostraba de nuevo la vela escondida detrás
del altar -como símbolo de la resurrección- cesando inmediatamente los ruidos de las carracas y dándose por
concluida la ceremonia.
Posteriormente y precedido por un
estandarte o pendón de tafetán negro con los símbolos de la cofradía bordados
en la delantera, daba comienzo el cortejo procesional. Al estandarte, que
contaba con un crucifijo de bulto en la cruceta que formaban las dos varas, le
seguían dos grandes cruces de madera portadas por penitentes, los
disciplinantes descalzos y con las espaldas descubiertas, los cofrades de luz
flanqueando e iluminando los pasos de los hermanos de sangre y finalmente la
imagen de la Soledad vestida como viuda castellana, con túnica o “monjil” negro
de maraña de seda (seda basta), largas tocas blancas que descendían desde la
cabeza hasta debajo de las rodillas y manto de anascote (tejido de lana muy
utilizado por las viudas) que arrastraba por el suelo. Los dos presidentes o
mayordomos de la cofradía, acompañados por las autoridades civiles y
eclesiásticas, seguían a la imagen portando sendos cetros con las insignias de
la Virgen.
Procesión de disciplinantes de la Virgen de la Soledad retratada por Francisco de Goya. (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) |
Desde mediados del siglo XVII
comenzaron a añadirse a estas cofradías tallas de cristos crucificados con
brazos articulados, que permitían a los miembros de la hermandad escenificar en la iglesia el descendimiento
de Cristo antes de la procesión. Estos Cristos Yacentes (Que es como fueron
designados) eran luego depositados en una urna de cristal y expuestos
públicamente en la iglesia desde la tarde del Viernes Santo hasta el domingo de
resurrección. Poco tiempo después entraron a formar parte de los Cortejos
Procesionales, precediendo a la imagen de la Soledad y recibiendo el nombre de
“Santos Sepulcros”.
Primera salida del Santo Sepulcro. (año 1943) |
Dado que las primitivas reglas de
las cofradías de Corral de Almaguer se encuentran perdidas, reproducimos aquí
-a modo de ejemplo- dos pequeños extractos de las constituciones o estatutos por
las que se regían estas hermandades de sangre (en este caso la cofradía de la
Soledad de Sevilla) fundada por las mismas fechas que la de Corral de Almaguer
De cómo han de venir los cofrades el Viernes Santo a cumplir la penitencia que prometieren. Ordenamos y mandamos y tenemos por bien, que los hermanos de Nuestra Señora de la Soledad, de cuyo título es nuestra Hermandad, sean obligados a venir el Viernes Santo dende las doze horas después de medio día fasta las tres, donde fuere acordado por nuestro cabildo, con el recaudo que para semejante acto se requiere. A saber: una túnica de anjeo o de prezilla y no de otro lienço más delgado, con su capirote y un zíngulo negro y un escudo con la imagen de nuestra advocación que tenga a Nuestra Señora con su manto negro y un escapulario de anascote. Y de media pierna abajo descalços. El de luz puede llevar calças de lienzo o de paño como la quisiere llevar. Y el que fuere de sangre, estando enfermo, pueda llevar un alpargate y una disciplina de volantín con tres o cinco estrellas de plata etc…
De lo que han de aparejar los mayordomos para el lavatorio de la disciplina. Ordenamos y mandamos que nuestros mayordomos sean obligados de aparejar para el Viernes Santo en la tarde, después de venidos de la nuestra processión, vino cozido con arrayán y laurel y rosas y violetas y cogollos de romero, para lavar a nuestros hermanos. Y esponjas para curarlos y aparejar bacines grandes para lavarlos. Y que el hermano o hermanos que no pudieren ir en la dicha processión por estar indispuestos para cumplir la penitencia, que se queden para el dicho lavatorio para ayudar a lavar a sus hermanos etc…..
Imagen de Nuestra Señora de la Soledad anterior a la Guerra Civil y talla actual de la Virgen de la Soledad. |
La cofradía de la Soledad -al
igual que la de la Vera Cruz- mantuvieron durante más de doscientos años estos
cortejos de disciplina (muy degradados en los últimos tiempos) hasta
que el Rey Carlos III suprimió definitivamente las hermandades de sangre en el
año 1777, por considerarlas muestras de barbarie, superstición e incultura
popular. Como consecuencia de la medida, la cofradía de la Vera Cruz
desapareció totalmente y no fue refundada hasta el año 1844, mientras que la de
la Soledad tuvo que cambiar sus reglas y estatutos para obtener el beneplácito
del poder eclesiástico y poder continuar.
Sufrió a partir de entonces una
evolución bastante tortuosa, en sintonía con las calamidades naturales, guerras
de variado signo y graves crisis económicas que azotaron al país. Es por ello
que durante este periodo la cofradía fue suprimida en varias ocasiones, para
ser refundada otras tantas veces.
En 1844 se reestableció de nuevo
la hermandad y siguió procesionando hasta la guerra civil en que fue suprimida
de nuevo, para reaparecer en el año 1940 con la actual imagen de la Soledad
realizada en el taller de don José Rabasa. Tres años después lo haría el Santo
Sepulcro, procedente de los mismos talleres valencianos de imaginería.
Fotografía del Santo Sepulcro a su llegada a Corral de Almaguer en el año 1943 |
Para terminar y como he venido haciendo con las anteriores cofradías, quiero
obsequiar a la Hermandad de la Soledad y Santo Sepulcro, con los documentos
inéditos más antiguos conservados hasta la fecha, procedentes de la visita
que la Orden de Santiago efectuó en el año 1603 a Corral de Almaguer, siendo
alcalde ordinario Pedro Clemente Gasco y regidores: Antonio Ayllón Estebáñez,
Pedro Vázquez del Águila, Gonzalo Martínez de la Cabeza y Pedro Briceño
Espinosa.
Los documentos, fechados en diciembre del año 1603, son como siguen:
Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad
Hallaron por mayordomos de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, a Francisco Díaz y Alejo Sánchez, clérigo.
El dicho Francisco Díaz, con juramento, declaró que la dicha cofradía tiene los ornamentos y bienes siguientes:
Bienes
Un censo al quitar de quinientos maravedíes al año de catorce mil, contra Illán del Campo.
Otro de la misma cantidad, contra Francisco Gasco, clérigo.
Un cáliz de plata, la copa dorada por de dentro con su patena.
Una casulla de terciopelo morado con cenefa bordada.
Otra de tafetán negro.
Un frontal de terciopelo negro.
Dos albas con sus amitos, estolas e manípulos.
Un pendón de tafetán negro con un Cristo en la cruz de la vara.
Un arca para los ornamentos y otra para cera.
Dos cetros con las insignias de Nuestra Señora.
Dos cruces de madera y una imagen de Nuestra Señora con su vestido negro de maraña de seda y otro vestido de anascote.
E no tiene otros bienes
Quenta
Y habiendo revisto las quentas desde la visita última que el Prior de Uclés hizo para tomarlas a los dichos mayordomos, se rescibió juramento del dicho Francisco Díaz de que la dará verdadera, e la dio en la forma siguiente:
Quenta y Cargo
Hízosele cargo de doce mil quinientos e ochenta e cinco maravedíes. Los tres mil trescientos e quarenta maravedíes del alcance hecho al licenciado Carbonero y Francisco Gasco en la quenta que dieron en diez de septiembre de seiscientos y tres, y quatro mil ochocientos y veinte e ocho maravedíes de la limosna que hubo el Jueves Santo y de la entrada de hermanos. E ochenta e cinco reales que se hallaron en la arquilla, además de otros quince y medio, y los mil maravedíes de un año de los dos censos que van en el inventario.
Descargo (Gastos)
Dio en descargo diez mil quatrocientos e quatro maravedíes.
Los cinco mil novecientos e cinquenta maravedíes de arroba y media de cera y hechura, y quarenta e ocho reales de la limosna.
De las misas y derechos del cura y al dicho cura, diez e nueve reales, y al sacristán quatro por la procesión.
Treinta reales de aceite, y otros treinta a músicos por las fiestas, y cantar el miserere en la quaresma como se contiene en seis partidas en la quenta donde va con distinción.
Y ansí fueron alcanzados los dichos mayordomos en dos mil ciento e treinta e un maravedíes.
E los dichos visitadores aprobaron la dicha quenta, e condenaron al dicho mayordomo en el dicho alcance, para que lo pague a la dicha cofradía.
Y vieron las constituciones della confirmadas.
E firmaron Gómez Velázquez e Alonso de Cerecedo (visitadores).
Yo el escribano, Francisco de Larrázpuru
Rufino Rojo García-Lajara (Marzo de 2018)
(Todos los derechos reservados)
CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS: (El hermano gemelo del sepulcro): Según recogimos anteriormente, tanto la actual talla de la Virgen de la Soledad, como la del Santo Sepulcro, fueron encargadas a los talleres valencianos de imaginería Royo-Rabasa, procesionando por primera vez en la Semana Santa de los años 1940 y 1943 respectivamente.
Santo Sepulcro de Elda (Alicante) |
Era tal la demanda de imágenes posterior a la Guerra Civil, que los mencionados talleres se vieron abocados a repetir
algunas caras de Vírgenes y Cristos, e incluso
diseños completos de pasos, para poder atender las crecientes peticiones de
conventos y parroquias. Es por ello que
muy pocos saben que el sepulcro de Corral de Almaguer cuenta con un hermano
gemelo en Alicante (concretamente en el pueblo de Elda) y que las facciones
de la Virgen de la Soledad y la Verónica de Corral de Almaguer, se asemejan
mucho a otras de Ocaña, Ciudad Real, Alzira, Torrent etc…, realizadas por el
mismo escultor anónimo del taller Royo-Rabasa.
Procesión del Santo Sepulcro de Elda (Alicante), esculpido en los talleres Royo-Rabasa (año 1943). |
No hay comentarios:
Publicar un comentario