jueves, 15 de junio de 2017

LOS PRIMEROS POBLADORES DE CORRAL DE ALMAGUER



Hombre de Neandertal de edad avanzada

No resulta fácil escribir sobre los primeros grupos humanos que se asentaron de forma estable en el territorio de Corral de Almaguer, dado que para hacerlo con justicia y conocimiento de causa necesitaríamos retroceder en el tiempo hasta aproximadamente 2.500 años antes del nacimiento de Cristo y, como sabéis, hoy por hoy los viajes en el tiempo siguen siendo pura ciencia ficción. Es por ello que a la hora de investigar la vida y costumbres de nuestros más antiguos ancestros, no tenemos más remedio que conformarnos con estudiar e interpretar los escasos restos que han llegado hasta nuestros días. Restos que, como podéis imaginar, pasados 4.500 años, resultan poco numerosos y pobremente conservados, aunque suficientes para elaborar algunas interesantes hipótesis que nos ayudarán a entender mejor el pasado de Corral de Almaguer.




Neandertal adulto
Y para comenzar, debemos dejar claro que aunque vamos a estudiar a los primeros pobladores que se asentaron de forma más o menos estable en nuestra comarca, miles de años antes ya lo habían hecho otros grupos humanos pertenecientes a la Edad de Piedra (Paleolítico Medio), aunque en esa ocasión de forma nómada y como meros cazadores de animales, pescadores de peces y recolectores de frutas, verduras y semillas. Para hacernos una idea de la friolera de años que han transcurrido desde entonces, os avanzo que en la actualidad se están barajando cifras que oscilan entre los 125.000 a 40.000 años antes del nacimiento de Cristo. Fechas enormemente remotas que podemos relacionar con la presencia de los Neandertales en nuestras tierras, en base a los cada vez más frecuentes hallazgos de útiles de piedra trabajados con la llamada técnica Musteriense.


Neandertal adolescente
Pero como resulta que los mencionados hallazgos del paleolítico lo han sido de forma casual y sin haberse podido llevar a cabo estudios en profundidad, lo que vamos a hacer en este artículo, es remitirnos exclusivamente a los primeros grupos humanos que se asentaron en el término de Corral de Almaguer, pero de manera estable o seminómada. Es decir: grupos familiares que plantaron sus chozas en las cercanías del río, formando pequeños poblados rodeados por algún tipo de cerca protectora. Grupos humanos de finales del período Neolítico y más concretamente de los llamados períodos Calcolítico y comienzo de la Edad del Bronce (2.500 a 1800 Antes de Cristo), capaces de practicar la agricultura, la ganadería, fabricar útiles de cerámica, telas de lana, utensilios de piedra pulimentada, hueso, e incluso algunos de metal. Épocas en las que curiosamente ya se constata la presencia de intercambios comerciales entre las diferentes regiones peninsulares, con la consiguiente expansión de los mismos modelos de cerámicas, armas de piedra y metal, además de otros tipos de útiles y recipientes fabricados con fibras vegetales y animales (cestería, esparto, lana, curtido de pieles) que, por su propia naturaleza  perecedera, han llegado en contadas ocasiones hasta nuestros días.


No debemos olvidar tampoco que, mientras la Península Ibérica y el resto de Europa se encontraban sumidas en la edad de Piedra, en Egipto se construían enormes pirámides y templos, y en Mesopotamia se alzaban grandes ciudades y se utilizaba la escritura cuneiforme.
 

Los primeros asentamientos humanos en Corral de Almaguer


Hachas, azuelas y puntas de flechas del Calcolítico de Corral de Almaguer
Los escasos datos que barajábamos hasta hace pocos años sobre las primeras culturas que colonizaron las tierras de Corral de Almaguer, se limitaban a las numerosas azuelas y raederas de piedra pulimentada que los agricultores encontraban de forma superficial en diferentes zonas del término y que eran depositadas en las cómodas de las casas como talismanes contra los rayos. Eran las llamadas “piedras del rayo” que nuestros abuelos suponían formadas cuando los rayos tocaban la tierra.


Tuvieron que pasar décadas de estudios y avances en la materia, para que los grandes arqueólogos identificasen como prehistóricos algunos tipos concretos de cerámica (campaniforme) facilitándonos de esa manera la catalogación de algunas zonas del término de Corral de Almaguer (Altovela, Sotolobos, Panzamorena) como lugares de asentamientos  humanos en tiempos remotos. No sería sin embargo hasta el año 2005, como consecuencia de los estudios arqueológicos de urgencia llevados a cabo durante los trabajos de construcción de la autopista radial AP36, cuando salieran a la luz los primeros hallazgos en profundidad de época prehistórica.


Y fue en marzo de 2005, coincidiendo con los grandes movimientos de tierra acarreados en la construcción de la futura autopista de peaje, cuando se descubrieron en unas pequeñas elevaciones o terrazas cercanas al margen derecho del Riansares (en la zona conocida como la Botija) una serie de estructuras redondeadas excavadas en el sustrato original del terreno. Terreno que, dicho sea de paso, desde el punto de vista geológico se encuentra formado por margas anaranjadas depositadas durante la era terciaria. Del estudio de las mencionadas estructuras redondeadas se encargaron los arqueólogos Aurelia Sánchez González y Gregorio Ignacio Yáñez Santiago, reflejando los resultados de sus investigaciones en una publicación editada por la Diputación Provincial de Toledo, que lleva por título Actas de las II Jornadas de Arqueología de Castilla la Mancha.


Fotografía aérea de la zona excavada en la botija, en los terrenos por los que transcurriría la futura AP36

En la citada publicación, los arqueólogos nos describen la limpieza y delimitación de una superficie total de 29.264 metros cuadrados comprendidos dentro del área de la futura autopista, y el hallazgo de un total de 77 “hoyos, silos o fondos de cabaña”, de los que se excavaron un total de 54. De dicho estudio se desprende también que la zona de silos o fondos de cabaña debe ser mucho más extensa, pues ellos en esta ocasión se limitaron a estudiar únicamente los encontrados dentro de los terrenos por los que iba a transcurrir la futura AP36.

Los fondos de cabaña


Aspecto de algunos silos o fondos de cabaña excavados en la botija
A pesar de que han pasado décadas desde que se descubrieron los primeros hoyos o fondos de cabaña en la Península Ibérica, los estudiosos en la materia no terminan de ponerse de acuerdo sobre la funcionalidad de los mismos. Se han barajado varias hipótesis a lo largo de los últimos años, aunque la que parece gozar de más aceptación es la que nos habla de silos para almacenamiento de cereales u otros tipos de reservas alimentarias. Es decir: pequeños depósitos subterráneos, susceptibles de ser sellados con arcilla para permitir la correcta conservación del grano a medio plazo.


Alrededor o en las cercanías de los mencionados silos, se alzarían las frágiles cabañas construidas muy probablemente a base de ramas entrelazadas revestidas con varias capas de barro como aislante. En la parte superior, un entramado de palos formaría la estructura de la cubierta, revestida por haces de paja superpuestos como techado del recinto. Estas cabañas debieron erigirse de forma aleatoria, sin formar calles ni guardar orden urbanístico alguno, al tratarse de viviendas habitadas por grupos humanos seminómadas que las ocupaban de forma transitoria hasta agotar los recursos vegetales y animales de la zona.


Detalle de uno de los silos o fondos de cabaña
Del estudio de los 54 silos o fondos de cabaña excavados en las inmediaciones de Corral de Almaguer, los arqueólogos concluyeron que se encontraban ante silos o fondos de cabaña de diversas dimensiones (entre 1,90 y 0,40 m de diámetro y 1,30 y 0,14 de profundidad), que aparecían alterados en parte por las huellas de arados y otras labores agrícolas, y que habían sido reutilizados a lo largo de los siglos, hasta acabar como basureros de los últimos grupos humanos prehistóricos que habitaron en la zona.


Y es precisamente de esos últimos grupos humanos que los utilizaron como basureros, de los que podremos extraer alguna información, en base a los restos encontrados en su interior.
 

Hallazgos encontrados en el interior de los silos o fondos de cabaña


Fragmentos de cerámica decorada (Excavación de la botija)
En el interior de los escasos 54 silos excavados, se documentaron un total de 3.245 fragmentos de cerámica muy troceada, de los que 546 presentaban algún tipo de morfología especial y 120 algún tipo de decoración. Se identificaron también 17 pedazos de sílex y varios trozos de molinos de mano, además de dos posibles moldes de piedra para la fundición de punzones o agujas de metal y trocitos de huesos representativos de la fauna de la zona.

Mención especial merece el hallazgo de parte de un pequeño esqueleto humano (posiblemente infantil) depositado en una especie de covacha lateral de uno de los hoyos, que algunos gamberros de la población se encargaron de destrozar, impidiendo su posterior estudio. 

La Cerámica


Fragmentos decorados de los silos de la botija
Constituye el grueso de lo encontrado en el interior de los silos y su excesiva fragmentación nos habla de la utilización de esos hoyos como basureros por los últimos grupos humanos que se asentaron en la zona.


Se trata de trozos de cerámica hecha a mano, en la que se evidencian buenas calidades de los barros utilizados y una cocción irregular que confiere zonas negruzcas al color del recipiente. En general, los acabados son muy cuidados, alisados y bruñidos.


En lo que respecta a las formas, del estudio de los fragmentos se puede reconocer una serie de vasijas y cuencos de diferentes diámetros y formas, en las que predominan las lisas para la actividad diaria. También se identificaron ollas, cazuelas y fuentes, que suelen aparecer decoradas con un resalte o “carena” en la zona media o alta del recipiente, además de algunas asas y trozos de grandes vasijas, ornamentadas con resaltes o mamelones.


Vasijas de la Edad del bronce (Museo Arqueológico Nacional)
Las piezas que presentan decoración, suelen ser de mediano o pequeño tamaño (cazuelas, fuentes y cuencos) con acabados muy cuidados y dibujos de líneas paralelas, espigas, zigzags y triángulos rellenos de líneas o puntillados. Por el contrario, la ornamentación de los pedazos correspondientes a los grandes recipientes, suele remitirse a la zona de los bordes y a impresiones o dibujos realizados con los dedos y las uñas.





Industria lítica o utensilios de Piedra


Posibles moldes de fundición (la botija)
A pesar de la constatada riqueza de la zona en hallazgos de hachas, azuelas y raederas de piedra pulimentada, dentro de los silos únicamente se encontraron 17 pequeños fragmentos de sílex, consistentes en un diente de hoz, dos láminas afiladas y numerosas lascas procedentes de la elaboración de materiales de piedra. 


Se documentaron igualmente varios pedazos de molinos de mano realizados en granito y lo que parecen dos moldes excavados en piedra cuarcita bien pulida, para la fundición de punzones y agujas de metal.



 
Conclusiones


Reconstrucción de cabañas de la Edad del Bronce
A partir de los numerosos hallazgos superficiales de hachas, azuelas y raederas de piedra pulimentada encontradas en las zonas conocidas como: Sotolobos, la Botija y Panza Morena, unidas a los fragmentos de cerámica campaniforme encontrados hace décadas en Altovela, hemos elaborado nuestra propia hipótesis, que recoge que los primeros asentamientos estables en el término de Corral de Almaguer, al igual que en el resto de la comarca, se produjeron a finales del Neolítico y más concretamente durante el período conocido como Calcolítico o Edad del Cobre, cifrado en nuestra zona en torno a 2.500 años antes de Cristo. Se trataría de pequeños grupos humanos que establecieron sus poblados a lo largo de los cursos de agua de la zona, en este caso junto al Riansares (existe otro yacimiento catalogado en Tarancón), al igual que en las cercanías del arroyo Cedrón (yacimiento del Castillo en Dosbarrios y la Atalaya en La Guardia) y especialmente a lo largo del río Cigüela (yacimiento de Escaramujos en el término de Puebla de Almoradiel), donde desarrollaron todo tipo de actividades agrícolas, ganaderas y artesanales.


Estaríamos hablando pues de comunidades de pequeño y mediano tamaño, que establecieron sus poblados en zonas llanas y fértiles, siempre cercanas a ríos y arroyos, para practicar en ellas diferentes tipos de cultivos y desarrollar la ganadería. De los escasos estudios practicados hasta la fecha en la comarca y de la propia fragilidad de las estructuras habitacionales encontradas (cabañas), se desprende que los asentamientos debieron ser más bien temporales, trasladándose de lugar una vez agotados los recursos vegetales y animales de la zona.

Hoz de lascas de sílex y molinos de mano del Calcolítico y Edad del Bronce.

En lo que se refiere a la vida diaria de los grupos humanos del calcolítico y posterior edad del bronce, sabemos, gracias a los abundantes restos cerámicos y líticos encontrados, que fabricaban todo tipo de útiles de piedra, recipientes cerámicos y algunos de metal (cobre primero y luego bronce), repitiendo una serie de formas y tipologías que sugieren un evidente intercambio comercial y de conocimientos entre las diferentes grupos de la península.


Los habitantes del calcolítico y edad del bronce poseían conocimientos sobre el cultivo de determinados cereales, viñas, olivos y frutales, sobre la fabricación de derivados lácteos (queso) y sobre la domesticación y pastoreo de animales de granja (gallinas, vacas, cabras, ovejas y caballos) de los que obtenían la carne, huevos, lana y pieles necesarios tanto para complementar su alimentación, como para fabricar telas, vestidos y otros objetos de la vida diaria. Actividades que compaginaban con la pesca y caza tradicional, la elaboración de recipientes y objetos de cerámica, de cestería y esparto y la fundición de armas y útiles de metal.

Cazuelas, cuencos, platos y otros recicpientes de cerámica hecha a mano durante la Edad del Bronce

En lo que respecta al mundo funerario, tanto los habitantes del Calcólítico como los de la Edad del Bronce, enterraban a sus difuntos en fosas excavadas en el terreno, con los cadáveres dispuestos en posición fetal y recostados hacia uno de sus lados. De sus creencias en la existencia del más allá, nos hablan los ajuares funerarios que acompañaban a los cadáveres, tanto más ricos y completos como importante era el estatus del individuo dentro del grupo, detalle éste último que nos confirma la presencia de algún tipo de jerarquía dentro de los poblados. En este sentido, no es infrecuente encontrar túmulos funerarios de piedra, conocidos en nuestra zona como “morras” o “motillas”, que vendrían a corroborar la presencia dentro de la tribu de personajes de especial relevancia.


En Corral de Almaguer, la necrópolis o cementerio correspondiente a la zona excavada durante la construcción de la autopista y alrededores, debió situarse en el cercano cerro de Altovela, a tenor de la cerámica campaniforme encontrada por simple rastreo superficial. Con el paso del tiempo y en este mismo lugar, íberos y romanos establecieron sus altares, hasta que finalmente surgió de entre sus restos una ermita cristiana (Santa María del Campo), que fue durante siglos la más antigua de la localidad.

Vasijas campaniformes a la izquierda y fragmentos de cerámica campaniforme encontrados en el cerro de Altovela

Igualmente, a partir del estudio de los motivos decorativos y las formas de los fragmentos encontrados por los arqueólogos en la excavación de la autopista, se llegó a la conclusión de que la última utilización de los hoyos, silos o fondos de cabaña (ya como basureros), se produjo durante el final de la Edad del Bronce y más concretamente, en un período conocido entre los especialistas como Protocogotas, fechado entre el año 1700 a 1500 antes de Cristo.


En relación a este período, teníamos conocimiento también desde muy antiguo, de la existencia de varios túmulos funerarios de la Edad del bronce en uno de los picos de la "Sierra del Gollizno". Sin embargo, la construcción de un repetidor de televisión en la década de los sesenta, unido a la posterior erección de un puesto de caza, dieron al traste una vez más con las posibilidades de excavación.


Mil años después de estos primeros asentamientos humanos, en el Cerro de la Muela y en buena parte de la Sierra de Almaguer (mal llamada del Gollizno) una nueva cultura conocedora de la fabricación del hierro, la escritura y la cerámica a torno, establecería sus poblados amurallados y progresaría sobremanera hasta la llegada de los romanos. Se trata de la cultura Ibérica, de la que hablaremos más adelante y de la que esperamos obtener alguna noticia dentro de poco tiempo.



Rufino Rojo García-Lajara (Junio de 2017)

(todos los derechos reservados)          



Fotografías:  

(Del autor, de la publicación arqueológica sobre el yacimiento de la botija, de varios museos españoles y del Neanderthal Museum in Mettmann, Alemania).



Bibliografía:
 
*Actas de las Segundas Jornadas de Arqueología de Castilla la Mancha. Diputación de Toledo
 
.- La Botija, un nuevo yacimiento “protocogotas” en la provincia de Toledo. Aurelia Sánchez González y Gregorio Ignacio Yáñez Santiago

.- Escaramujos, un campo de silos protocogotas-campaniforme en el valle del río Cigüela (la Puebla de Almoradiel, Toledo). Lourdes López Martínez y Jesús Martín Alonso.

* El yacimiento campaniforme del “Alto del Romo” (Tarancón, Cuenca). Asentamiento calcolítico en la Mancha Alta. Alejandro Vicente Navarro, Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, Javier Pérez López-Triviño y Francisco Sánchez Seguido.

* El cerro de la Atalaya (un yacimiento de la Edad del Bronce en la Guardia (Toledo). Rebeca Lenguazco González y Olga Sánchez-Girón Díaz.

* Orígenes, desarrollo y ocaso de la cultura del bronce en la Mancha. Luis Benítez de Lugo.

* Eneolítico y Bronce en la mesa de Ocaña (Mancha Toledana). Materiales líticos de la colección del padre Jesús Santos de la O. P. (Centro de Estudios de Castilla la Mancha)
 

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