Se ha hablado tanto de las cofradías. Se han dicho tantas barbaridades respecto de sus orígenes y antigüedad, que quizás convenga aclarar algunos puntos para poder hablar con conocimiento de causa y no caer en el abismo de la ignorancia.
Y para evitar los habituales errores y baile de siglos, lo mejor es acudir a las fuentes. Es decir: revisar los documentos que componen nuestra historia más antigua, para comprender mejor la evolución de un fenómeno tan curioso como las cofradías. Una institución teóricamente destinada a desaparecer con el paso de los tiempos, que gracias a su arraigo popular supo aguantar los vaivenes de la historia y convertirse en la actualidad en un fenómeno de masas.
Porque muchos desconocerán que las cofradías se fundaron originalmente como asociaciones gremiales. Es decir: como grupos de personas que, ejerciendo una misma profesión (artesanos, labradores, herreros, curtidores, tejedores, ganaderos, mercaderes etc) se asociaban para apoyarse mutuamente en situaciones adversas (enfermedades, desastres de la naturaleza y muerte). Eran pues instituciones totalmente laicas, dirigidas a practicar la ayuda y el auxilio mutuo entre sus componentes.
El problema es que a finales del siglo XV (época de los Reyes Católicos)
que es cuando tenemos constancia de las primeras cofradías de Corral de
Almaguer, la vida de los españoles giraba en torno a la religión y la salvación
de las almas, por lo que todas se encontraban acogidas bajo la protección de un
Santo Patrón. Resquicio éste utilizado por la iglesia para entrar en su
control. Pero vayamos a los documentos de la época.
Existían a finales del siglo
XV y comienzos del XVI, seis cofradías en Corral de Almaguer: La de la Magdalena, la de Nuestra Señora
de los Sábados, la del Corpus Christi, la de San Bartolomé, la de San Nicolás y
la de Nuestra Señora de la Muela. De las dos primeras tenemos noticias
desde el año 1494 y sabemos que estaban formadas por los vecinos más poderosos
de la villa (grandes propietarios y mercaderes). Ambas contaban con retablos
propios en la vieja iglesia, que serían trasladados a la nueva una vez acabadas
las obras. La cofradía del Corpus Christi, por su parte, además de encontrarse
entre las más antiguas de la población, era la más importante y la única que
efectuaba procesión en la villa. De hecho, el Corpus era por aquel entonces la
principal festividad de la localidad. Esta hermandad fue creada por el propio
clero y para la organización de su fiesta (que constaba de procesión, danzas de
paloteo, comida a todo el pueblo y teatro –autos sacramentales-) contaba con el
apoyo económico del Ayuntamiento. La cuarta cofradía, perteneciente al gremio
de curtidores (de los que San Bartolomé era patrón) instaló su retablo en la
parroquia a mediados del siglo XVI, aunque sabemos de su existencia desde el
año 1515. De la cofradía de San Nicolás tenemos noticias desde el año 1524,
aunque desconocemos el gremio que la sustentaba (probablemente el de pelaires o
tejedores de lana como en otros lugares de España). Finalmente, de la cofradía
de la Virgen de la Muela no se tiene noticia alguna hasta el año 1528, aunque
todo apunta a que fue creada a comienzos del siglo XVI y estaba integrada por
el poderoso gremio de ganaderos.
Para decepción de los apologistas de las procesiones de Semana Santa, todas eran de gloria, es decir: ninguna
de las seis tenía que ver con la Pasión. Se trataba, como hemos comentado anteriormente, de cofradías gremiales o corporativas que se limitaban a
comprar las sepulturas, organizar los entierros y decir ciertas misas semanales
por las almas de sus hermanos difuntos. El día de su Santo Patrón, como
excepción, desfilaban hasta la iglesia portando el pendón o estandarte de la
cofradía y posteriormente disfrutaban de una comida de hermandad.
No sería hasta después de la celebración del Concilio de Trento
(1545-1563) con su promoción de las imágenes, los desfiles procesionales y la
penitencia pública como reacción a las ideas luteranas, cuando se produciría
una auténtica explosión de hermandades por toda la geografía española. Corral
de Almaguer no sólo no fue ajeno a esta generalizada tendencia, sino que se
convirtió en una de las poblaciones con mayor número de ellas en todo el
priorato de Uclés. El aumento fue tan espectacular, que en los cincuenta años
que median entre la mitad del siglo XVI (1550) y los comienzos del XVII (1603)
en que aparece la primera relación oficial de cofradías, las hermandades de nuestra
población triplicaron su número y se incrementaron hasta un total de 18.
Y como suele ocurrir con todo exceso protagonizado por los seres humanos,
al final aparecieron los problemas. Tantas cofradías juntas y tantos mayordomos
por hacerse notar, acabaron generando situaciones de soberbia, vanidad,
descontrol, escándalos y enfrentamientos, además de numerosos actos indecorosos
(borracheras, peleas y obscenidades) como resultado de las rivalidades surgidas
entre las hermandades por aparecer ante los vecinos más rumbosas que las demás
y ofrecer más carne y vino el día de su fiesta. Objetivos que, como podemos
imaginar, se encontraban bastante alejados de sus fines originales y motivaron que
la iglesia tomara cartas en el asunto.
Artístico detalle del Cristo amarrado a la columna. (Cortesía de Luis Miguel Carrasco) |
En consecuencia, en el año 1603 se obligó a las cofradías a mostrar sus
ordenamientos ante las autoridades religiosas con el fin de que éstas los validasen, y a presentar un libro de cuentas donde apareciesen reflejadas las partidas de
ingresos y gastos. A la mayoría se les prohibieron también las comidas de
caridad -que encubrían excesos y borracheras- y a las más poderosas, como la hermandad
de Santiago y la de la Virgen de la Muela, se les prohibió que corriesen y
lidiasen un toro en la plaza, porque su posterior reparto de carne entre el
pueblo solía terminar con numerosos altercados. “… Otrosí, atentos a que
de las dichas quentas parece que la dicha cofradía corre un toro en su fiesta;
y las cosas espirituales y que se ordenaron para el servicio de Dios Nuestro
Señor, como son las cofradías, no se deben mezclar con lo profano, como es
correr toros, mandaron que de aquí adelante, a título de la cofradía, no corran
en manera alguna el dicho toro, so pena de excomunión mayor y de dos mil
maravedíes a cada mayordomo, alcalde e otros oficiales de la dicha cofradía que
lo contrario acordaren e hicieren o consintieren, aplicados como dicho es.
Otrosí mandaron que en las
quentas de la dicha cofradía, de aquí adelante, pongan cada partida, así del
cargo como del descargo, distintamente y con claridad, declarando lo que es
cada cosa, y no por mayor y junto como hasta aquí lo han fecho. So pena de dos
ducados a cada mayordomo y otros dos ducados al escribano y a cada uno de los
demás que las tomaren, aplicados como dicho es. Y que no se resciban las
partidas que no ovieren claridad y recaudo necesario …”
Las primeras cofradías
de Pasión en Corral de Almaguer
Dejando de lado los habituales problemas de las cofradías –que serán una
constante a lo largo de su historia- vamos a centrarnos ahora en el listado de
la Orden de Santiago del año 1603, en el que se nos informa de las dos primeras
hermandades de Pasión que, con el tiempo, se convertirán en los fundamentos de
nuestra actual Semana Santa. Dichas Cofradías, no sólo nos depararán numerosas
sorpresas respecto a sus orígenes y rituales, sino que harán realidad aquella
vieja frase del evangelio de Mateo que
recogía que “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.
Es decir: que en contra de lo que se venía creyendo hasta ahora, la cofradía
de mayor antigüedad es la de la Vera Cruz, seguida pocos años después por la
hermandad de la Soledad y a más de un siglo de distancia la cofradía de Jesús
Nazareno.
Procesión de Bercianos de Aliste (Zamora) muy semejante a la de Corral de Almaguer durante el Siglo XVII |
Pensábamos hasta hace poco tiempo, que el hecho de que Corral de Almaguer contase con uno de esos conventos franciscanos (en el año 1581 obtuvo la licencia del Rey para su fundación) sería la causa y origen de de las dos primeras cofradías de Pasión fundadas en nuestra villa. Sin embargo y en contra de lo que suele ser habitual en otros puntos de España, ambas surgieron en la iglesia parroquial y por iniciativa de los propios clérigos y vecinos de la población.
La cofradía de
la Vera Cruz
Si bien se conocen cofradías de la Vera Cruz en España desde la segunda
mitad del siglo XV, la controversia sobre la presencia de disciplinantes en sus
filas y si ello producía ejemplaridad y fervor, frenó su extensión por toda la
Península Ibérica. Sin embargo, a raíz de la resolución del Papa Paulo III de 7
de enero de 1536, concediendo privilegios e indulgencias a la hermandad de
Toledo y a todas las de este nombre, se propició la fundación de estas cofradías
por todos los puntos de España, especialmente en aquellos pueblos y ciudades
que contaban con conventos franciscanos.
Tenemos constancia, por los escritos de la Orden de Santiago sobre Corral de
Almaguer, que alrededor del año 1550 la mujer de Pero López Carbonero mandó construir un
humilladero (pequeña ermita o templete) en el arranque del camino de la Guardia y más concretamente a la altura del malecón, que es donde empezaba el camino en aquellos tiempos. Dicho humilladero llevaba el nombre de la Vera Cruz. “… Otrosí se visitó
otro humilladero que está fecho, e es fuera de la dicha villa, junto a ella, en
el camino de La Guardia, el qual se ha edificado nuevamente por la mujer del
licenciado Pero López, defunto. Tiene en medio una cruz de piedra, e un altar
con un lienzo pintado con Adán y Eva. Tiene una tierra junto a él para la
luminaria de los viernes, e no tiene otros propios algunos ni tiene necesidad
de reparo alguno del presente, porque está bien tratado e reparado …”
(Libro de Visitas del año 1555)
Procesión de la Vera Cruz de Bercianos de Aliste (Zamora) muy semejante a la de Corral de Almaguer en el siglo XVI |
Independientemente de la fecha exacta de la fundación, lo que si tenemos
claro es que la hermandad de la Vera Cruz de Corral de Almaguer era
originalmente una cofradía de disciplinantes, que acababa su recorrido procesional en el humilladero de la Vera Cruz situado extramuros de la villa.. Una cofradía que, como todas las de esta advocación, procesionaba en la tarde del Jueves Santo -al
término del oficio de tinieblas- presidida por el pendón o estandarte de la hermandad y seguido por una cruz o crucifijo que
portaba un fraile o sacerdote. Venían a continuación los disciplinantes, también llamados cofrades
de sangre, que debían ser varones menores de 40 años descalzos y revestidos con una túnica basta de
lienzo blanco, que dejaba la espalda al descubierto para ser azotada durante el
trayecto procesional. Les flanqueaban a ambos lados los cofrades de luz (enfermos, ancianos y
mujeres) que alumbraban los pasos desnudos de sus hermanos con grandes hachones de cera y que ayudaban a curar las
heridas de los flagelantes una vez acabado el recorrido procesional. Se trataba pues de desfiles austeros, sin lujo ni boato alguno, que solían partir de un convento, iglesia u hospital y se dirigían a un
humilladero o ermita situada en las afueras de la población, al igual que Cristo fue conducido al monte Gólgota ubicado en las afueras de Jerusalén. (Este es el origen de los
viacrucis de piedra que se encuentran en las entradas y salidas de muchos pueblos españoles).
Organización
interna de la cofradía
Si bien en Corral de Almaguer no se conservan los libros fundacionales,
el hecho de que las reglas de las hermandades de la Vera Cruz fueran tan semejantes
en toda España, nos permite hacer una aproximación bastante aceptable sobre sus
ordenamientos.
Y éstos solían comenzar recogiendo el lugar y fecha de la fundación. Por
ejemplo: En la Iglesia Parroquial de la villa
del Corral de Almaguer etc ….. en diez días del mes de enero de 1550 etc..
A continuación se describían los fines para los que se creaba la hermandad,
que casi siempre solían ser “para mayor gloria y honra de Dios y en
memoria y remembranza de su Santísima Pasión”
Seguidos de la manera de conseguirlo: “y viendo que para esto es
necesario estar todos en estado de gracia, todos los cofrades, ansí hombres
como mujeres, vayan confesados y comulgados a la procesión que se hiciere el
Jueves Santo en la noche etc… porque de esta manera, la procesión que se
hiciere y la sangre que se derramare, será obra agradable a los ojos del Señor
…”
Recogían después el tipo de personas que podían entrar en la cofradía: “…
mandamos que en esta cofradía no entren ni procuren de entrar, hombres ni
mujeres que sean de mal vivir, trato y sospecha y vicios malos por donde se
proceda escándalo, ruido o riñas entre unos y otros de los cofrades …”
Y terminaba esta primera fase de las ordenanzas recogiendo las
indulgencias Papales que disfrutaban los miembros de la hermandad.
Venía después otra parte que trataba de la admisión. Estando reunida
la cofradía en cabildo y con el consentimiento de todos los hermanos, se podía
ingresar, bien como disciplinante o hermano de sangre -si se era varón sano
menor de cuarenta años- o bien como hermano de luz, si se poseía alguna
enfermedad, se era mujer o se era mayor de la edad convenida. Todas las
cofradías de la Vera Cruz aceptaban mujeres como cofrades con licencia del
marido, aunque éstas sólo podían disciplinarse si lo comentaban expresamente en
la reunión.
Las mujeres también podían pertenecer a la cofradía de la Vera Cruz |
El Cabildo. Una vez al año se reunía el cabildo formado por todos los
hermanos y presididos por el abad o prior, que es como se conocía al clérigo
que los acompañaba. En ella se trataba el ingreso de los nuevos hermanos, la
elección de los dos mayordomos anuales y otros cargos, la solución de posibles
conflictos o enfrentamientos entre cofrades y el pago de las multas impuestas a
los hermanos
Venían a continuación las obligaciones de los cofrades. Entre ellas estaban
la asistencia a la misa de los viernes en el humilladero (ofrecida por los
hermanos difuntos) además del Jueves Santo en la parroquia antes de la
procesión y en las dos celebraciones solemnes de la cruz: El día de la
invención de la cruz (3 de Mayo) y el de la exaltación de la cruz (14 de
septiembre). Rezaban también todos los días 5 padrenuestros y 5 avemarías por
las cinco llagas de Cristo, y en algunos lugares las varas de los mayordomos y
los pendones llevaban el anagrama de las cinco llagas.
La Procesión
Era el acto de culto más importante para la cofradía y el que suscitaba
mayor presencia de público. A él estaban obligados a asistir todos los miembros
de la hermandad y su ausencia generaba multas. Se celebraba el Jueves Santo al
término del oficio de Tinieblas o a la caída del sol y después de escuchar el
sermón de un franciscano que les exhortaba a azotarse trayéndoles a la memoria
los tormentos de Cristo. A continuación partían en procesión desde la iglesia
parroquial hasta el humilladero de la Vera Cruz.
Abría el cortejo un sacerdote o fraile con una cruz alzada y una corona
de espinas en la cabeza, al que seguían los disciplinantes en dos filas,
descalzos y con túnicas blancas de lienzo tosco que dejaban las espaldas al
descubierto. A ambos lados iban flanqueados por los hermanos de luz, que
portaban grandes cirios o hachas de cera para iluminar el camino. Durante el
trayecto se iban entonando misereres y otros cánticos de penitencia, cerrando
el desfile desde finales del siglo XVI, otro pendón de la cofradía de color rojo con los
símbolos de la pasión y las cinco llagas.
Los látigos con los que se golpeaban los hermanos de sangre, poseían al final
unas estrellitas de plata que se introducían en la carne y producían la sangre
y las heridas de la espalda. Después de acabada la procesión, los hermanos de
luz lavaban y curaban las heridas de los flagelantes con vino cocido. Aunque
al principio los disciplinantes iban con la cara descubierta, la aparición de
conductas de exhibición por parte de algunos jóvenes para aparentar virilidad
ante las damas, hizo que se obligara a éstos últimos a cubrirse la cabeza.
Aunque no podamos trasladarnos en el tiempo para contemplar en directo este
mundo de sufrimiento, sangre y misereres heredado de la edad media, para asombro
de todos, en el Archivo Nacional de París se guarda una descripción casi
fotográfica de la procesión de Corral de Almaguer. Se trata de un documento manuscrito que
narra el viaje de unos franceses por la Península Ibérica en la primera mitad
del siglo XVIII, al calor de las nuevas ideas de ciencia y progreso surgidas con la ilustración francesa. Nuestros vecinos del norte pretendían reflejar en
sus escritos la realidad de un país al que se consideraba atrasado y más africano
que europeo. La casualidad quiso que viniendo de Cartagena hacia Madrid, se
vieran obligados a pernoctar en nuestra población y se encontrasen con una
procesión de rogativas por la terrible sequía de aquel año. Su asombro fue en
aumento cuando comprobaron que se trataba nada menos que de una procesión de
disciplinantes como las que desfilaban en Semana Santa que, de manera
excepcional, repetía sus penitencias para suplicar la lluvia. El relato es el
siguiente: “… Y llegaron al Corral de Almaguer, donde se hacían rogativas
por la sequía extrema de aquel año, en las cuales el predicador explicaba al
pueblo cómo era castigo de sus pecados y les exhortaba a apaciguar la cólera
del cielo por medio de penitencias rigurosas. En la procesión de rogativas
vieron hombres que llevaban enormes cruces de madera atadas con cuerdas, otros
con los brazos en cruz fuertemente sujetos a enormes barras de hierro, otros
con pesadas piezas de hierro en los pies. Más los disciplinantes que tanto
horrorizaban a los viajeros, adornados aquí con el gorro puntiagudo que caía
como máscara sobre la cara. Uno de ellos se disciplinó tan fuerte, que murió
aquella noche. Los viajeros vieron las cruces que se habían hecho con su sangre
en la puerta de la iglesia y oyeron al fraile predicador que acompañaba la
procesión, animar a los penitentes a infligirse mayores penitencias y pegarse
más fuerte, llevando él mismo una corona de espinas sobre la cabeza que le
teñía la frente de sangre. El espectáculo impresionó tanto a los franceses,
poco habituados a estas mortificaciones corporales, que aquella noche no
pudieron cenar”
Picaos de San Vicente de la Sonsierra y empalao de Valverde de la Vera. Ambas penitencias eran practicadas por la Cofradía de la Vera Cruz de Corral de Almaguer desde mediados del siglo XVI |
Con la llegada de los ilustrados al poder y su afán de modernización del
país (reinado de Carlos III) las cofradías de disciplinantes fueron suprimidas por
ser consideradas muestras de barbarie, superstición e incultura popular (año
1777). Como resultado, muchas se extinguieron definitivamente, mientras otras,
como la de Corral de Almaguer, tras un largo período de tiempo se volvió a refundar en tiempos de Isabel II, aunque ya sin disciplinantes y con muy poco que
ver con la original. La nueva cofradía de la Vera Cruz de Corral de Almaguer -la actual-
fue pues refundada el 27 de Mayo de 1844, recogiéndose en su preámbulo “… Que
por la desgracia de los presentes calamitosos tiempos, se encuentra esta
cofradía enteramente extinguida, perdida su cera y libros en donde estaban consignadas las
constituciones o reglas bajo las cuales llenaban el objeto de su creación… ”
Virgen de los Dolores recién traída a Corral de Almaguer (Año 1941) |
Y ya para terminar, vamos a regalarle a la cofradía de La Santa Vera Cruz -conocida
como los blancos- los escritos más antiguos conservados sobre su hermandad,
elaborados cinco décadas después de su fundación. En ellos se
describe el resultado de una visita y toma de cuentas realizada por la Orden de Santiago a Corral
de Almaguer. Dichos escritos –inéditos hasta ahora- son como
siguen:
Cofradía de la Santa Vera Cruz
Hallaron por mayordomos de la cofradía de la
Santa Vera Cruz a Juan Gómez de Gabriel Gómez y Pedro Sánchez de Quero, los
quales, con juramento, declararon que la dicha cofradía tiene los bienes
siguientes
Bienes
Una haza de tres fanegas de cevada en los
carrascalejos
Otra de dos fanegas de cevada junto a Nuestra
Señora del Campo
Una casulla de raso blanco con cenefa de
terciopelo carmesí, con su alba y amito, estola y manípulo
Un pendón de damasco negro e otro colorado
Quenta
Y habiendo hecho revista de las quentas de la
visita pasada del Prior, se le hizo cargo a los dichos mayordomos, habiendo
precedido juramento dellos, en la forma siguiente:
Cargo
Hízoseles cargo de setecientos e quarenta e
ocho maravedíes en que fueron alcanzados Juan Tercero e Juan Martínez de Quero,
mayordomos sus antecesores, en la quenta que dieron en ocho de septiembre deste
año de seiscientos y tres
Diez e siete reales, de entradas de dos
hermanos
Treinta e cinco reales, de quatro fanegas de
cevada los veinte e quatro, y los once de la renta de una haza. Y la cevada fue
también de renta y se vendió a seis reales. Y doce reales de una fanega de
trigo que se allegó de limosna
Monta el dicho cargo dos mil novecientos e
veinte y dos maravedíes, y declararon los dichos mayordomos no haber otra cosa
de que hacerles cargo, por no tener más bienes la dicha cofradía. Y el gasto
suelen repartir los hermanos entre sí. Y por haber tan poco tiempo que son
mayordomos, no se ha fecho ni tienen descargo por ahora, y se dan por
alcanzados en los dichos maravedíes. E lo firmaron: Juan Gómez e Pedro Sánchez
de Quero. Francisco de Larrázpuru (escribano)
Los dichos visitadores aprobaron las dichas
quentas e condenaron a los dichos mayordomos en los dichos maravedíes del dicho
cargo e alcance, y proveyeron el mandato siguiente:
Mandato
Mandaron a los mayordomos e oficiales de la
cofradía, que de aquí adelante, en las quentas della, pongan las partidas del
cargo y descargo distintamente cada cosa, declarando de lo que es, y no junto
como hasta aquí lo han hecho. E lo cumplan so pena de tres ducados por cada vez
que lo contrario hicieren, aplicados por iguales partes a gastos del Capítulo
General y salarios del caballero que viniere al cumplimiento de los mandatos y
la misma cofradía. Firmado: Gómez Velázquez e Alonso de Cerecedo. Francisco de
Larrázpuru (escribano)
Rufino Rojo García-Lajara (Marzo de 2016)
(Todos los derechos reservados)
Curiosidades y Anécdotas: El humilladero de la Vera Cruz perduró prácticamente hasta nuestros días en la zona del malecón. Curiosamente nadie sabía qué la edificación aislada en la que vivía una señora apodada "la Ferina", había sido la antigua ermita-humilladero de la Vera Cruz. Esta edificación encalada, con aspecto de pequeña ermita y con contrafuertes en su parte posterior (ábside), había sido abandonada por la cofradía tras su supresión en 1777 y expropiada tras la desamortización de Mendizabal. (Sería interesante recuperar para la memoria de Corral de Almaguer alguna fotografía en la que apareciera directa o indirectamente esta edificación, ya que la que tenía en mi poder desapareció de mi archivo y jamás la recuperé)
Un gran artículo Rufi.
ResponderEliminar-Me han llamado la atención varias cosas, unas porque desconocía y otras por curiosas.
-Desconocía que San Bartolomé era el patrón de los curtidores, pero está claro el por qué…
-Lo de la cofradía de la Magdalena, tan venerada esta figura por los franceses, ¿pudo venir por los “Gascones”??
-También me ha llamado mucho la atención, lo de excomulgar por correr el toro, pues no sé si tendrá relación con la bula que promulgó en 1567 el Papa Pio V ‘De salutis gregis dominici’, contra «la pagana costumbre de lidiar toros», mediante la que prohibía aquellos «bárbaros espectáculos» bajo pena de excomunión a perpetuidad. Aunque yo creo que esto fue más bien algo de “política internacional”.
-Según veo, podría ser que, curiosamente el humilladero de la Vera Cruz, coincidiese en el lugar donde hoy está la Cruz del Tío Hilario (Camino de la Guardia) y como dato curioso, por esa misma zona, se denomina al paraje “Cruz de Lola” ¿Sería Dolores el nombre de la mujer de Pero López Carbonero?
-Por último, sólo apuntar, que la Pasión que se representa en las actuales procesiones y Vía Crucis, están basados en las visiones de la monja alemana Ana Catalina Emmerick (1774-1824) pues muchas de estas (Verónica, el número de caídas, etc.) no aparecen descritas en ningún evangelio.
Un saludo.
Muchas gracias José, más viniendo de ti que me consta que te encanta la historia. Lo de la Magdalena en nuestro pueblo no deja de ser un enigma, aunque muy bien puedes ser lo que apuntas, pues me consta que a esa hermandad pertenecían los Gascos y la terminarían absorbiendo en su capilla. Lo de la excomunión efectivamente viene a raíz de la circular del Papa, aunque debemos decir que no tuvo demasiado éxito.
EliminarEn lo que se refiere al humilladero, debía estar mucho más cerca del pueblo de lo que piensas, dado que por aquel entonces el camino de la Guardía partía desde el camino de Ocaña que era el que cruzaba el Puente Garzón y al poco giraba hacia la izquierda. debió estar situado cerca del Malecón.
En lo del viacrucis me refería no al origen en sí de su creación, sino a las cruces de piedra que hay en las entradas y salidas de muchos pueblos españoles, formando las estaciones del viacrucis.
Un Saludo
El Via Crucis procede de la tradición que recogieron los franciscanos por la Edad Media, mucho antes de la Beata Ana Catalina Emmerick, ya que ellos fueron y son los custodios de los Santos Lugares.
EliminarGracias de nuevo Rufino, por ilustrarnos en este valle corraleño sembrado de idolatría.
ResponderEliminarGracias a ti por tu interés Félix
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