martes, 14 de enero de 2025

FARIÑA JAMARDO (Algo más que un secretario de Ayuntamiento)

 BIOGRAFÍA

Entre los muchos personajes que por una u otra circunstancia han dejado su impronta en Corral de Almaguer y merecen por lo tanto ser incorporados a nuestra memoria colectiva, El Secretario de Ayuntamiento José Fariña Jamardo  ocupa sin lugar a duda un puesto de relevancia.
Nacido en Caldas de Reis (Pontevedra) un 26 de abril de 1919 en una familia de labradores de izquierdas, en la guerra civil fue reclutada su quinta por el bando nacional y enviado a Madrid, Granada, Baleares y Lugo. En 1940 consiguió una plaza de maestro en prácticas en Gijón y comenzó por libre a estudiar la carrera de Derecho. En 1942 (años del hambre) ingresó de nuevo en el ejército para sobrevivir y fue enviado a Vilagarcía de Arousa donde aprovechó para estudiar las oposiciones para secretario de administración local, que aprobó en 1945. Eligió el pueblo de Carbia (parroquia de Vila de Cruces) para comenzar su labor, siendo testigo del trasiego y explotación minera del wolframio en manos alemanas. En 1949 pasó a Carballiño donde se casó con Maria Elena Tojo Barreiro con la que tuvo 3 hijos y donde comenzó su otra gran afición: la literatura. En 1959 se pasó a la empresa privada, trasladándose a Madrid como director administrativo de Barreiros-Diesel, en la que permaneció 10 años hasta la absorción definitiva por Chrisler España. Al mismo tiempo le ofrecieron la secretaría de Cáceres, pero solicitó la excedencia para no desplazarse a Extremadura.

De vuelta a la función pública, en 1970 solicitó la plaza de Corral de Almaguer, permaneciendo tres años y medio en este Ayuntamiento, compaginando su puesto con el de profesor del Instituto de Estudios de  Administración Local de Madrid. En 1973 pasó a la secretaría de Getafe, donde su pasión por la historia y la literatura lo llevaron a publicar numerosos trabajos sobre aquella población, recibiendo el título de Hijo Adoptivo y Cronista Oficial del municipio. Tras una estancia de 8 años en esta población y ya como Presidente del Colegio Nacional de Secretarios, Fariña regresa en 1981 a su tierra natal como secretario de la Diputación de Pontevedra, siendo nombrado por decreto “Oficial Mayor” del recién creado Parlamento de Galicia, en la convicción de que su larga experiencia y su conocimiento de la administración constituirían una baza imprescindible para la puesta en marcha de aquella institución, como así fue y se le reconoció, quedando posteriormente como asesor.

Fariña Jamardo (abajo a la derecha) con la asociación de Cronistas Oficiales de España
En 1981 fue nombrado académico de la Real Academia Gallega y miembro de número del Instituto de Administración Local, recibiendo a lo largo de su vida numerosos premios de periodismo, historia, novela y poesía, además del reconocimiento de varios pueblos gallegos que pusieron su nombre a una de sus calles. José Fariña Jamardo falleció el 19 de agosto de 2008 y en 2019, fecha del centenario de su nacimiento, su pueblo natal, Caldas de Reis, le rindió homenaje y le erigió un monolito de piedra en su honor.

Su labor como escritor (en gallego y castellano) es tan variada e intensa, que no podemos recogerla para no alargar demasiado este artículo, pero sí apuntar que cultivó las diferentes ramas de la literatura: novela, ensayo y poesía, por las que recibió numerosos premios, sin olvidar las investigaciones históricas que lo llevaron a ser miembro de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y de las que afortunadamente también se benefició Corral de Almaguer como veremos a continuación.

 Fariña Jamardo en Corral de Almaguer.



A finales de 1970, José Fariña Jamardo se trasladaba a Corral de Almaguer como secretario de primera categoría, huyendo de las turbulencias que vivió en su etapa anterior con la absorción de Barreiros por Chrisler España. Curtido en mil batallas legales y económicas en la mencionada empresa, el Ayuntamiento de Corral de Almaguer le supuso un remanso de paz. Eran los últimos coletazos del Régimen de Franco y todavía en los ayuntamientos se notaba el control directo o indirecto de los terratenientes, si bien ya casi de manera anecdótica, en paralelo a la decadencia del dictador. Era alcalde Emilio de la Barreda Maldonado.

Tras hacerse cargo de las tareas del consistorio, que le resultaron extrañamente fáciles y simples viniendo de donde venía, descubrió que contaba con mucho tiempo libre para dedicarlo a su principal afición: la literatura. Pero ¿Qué podía hacer en aquel pueblo perdido de la Mancha donde la cultura brillaba por su ausencia y donde prácticamente todas las celebraciones y actos oficiales giraban alrededor de la Iglesia y del Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas?

Convencido de la importancia histórica de la población, según parecían reflejar muchos de sus edificios, decidió investigar en el archivo municipal confiando en encontrar algún documento antiguo que le proporcionara la excusa perfecta para escribir. Lo que descubrió le partió el alma. Legajos de todo tipo sin orden ni control, atados con cuerdas unos, amontonados otros, colocados en viejos anaqueles de madera de cualquier forma y sin catálogo alguno, y el suelo del archivo regado de papeles oficiales utilizados habitualmente para encender la estufa. Aquello era un auténtico caos; una pesadilla sin solución a corto plazo. En vista de que el archivo no le podía ofrecer lo que buscaba y tras constatar que no había documentos oficiales de más de siglo y medio de antigüedad, decidió tirar de contactos e investigar en instituciones oficiales del estado, como la real Academia de la Historia o la Biblioteca Nacional. Estando en esa tesitura, llegó a la secretaría una carta procedente de la Universidad de Yale (Estados Unidos) en la que, ¡oh ironía del destino!, un americano venía a informar a los corraleños sobre la autoría de su propio Ayuntamiento.

Convencido del potencial turístico de Corral de Almaguer, Fariña ideó la primera propaganda moderna de la historia de la localidad y la plasmó en un famoso tríptico que aún permanece guardado en muchas casas de la población, acuñando aquel famoso lema que pasaría a la posteridad: “Corral de Almaguer, donde la mancha empieza a ser”


No contento con eso, Fariña Jamardo publicó en la revista “Provincia” (Nº 106, Marzo de 1979) que editaba la Diputación de Toledo, un breve trabajo de investigación sobre la historia de Corral de Almaguer, que serviría de base para los muchos que posteriormente nos hemos interesado por la historia de la localidad. Pero dejemos que sea el propio Fariña quien nos describa magistralmente el porqué de su publicación.

  Mi permanencia durante tres años y medio en Corral de Almaguer desempeñando la Secretaria de su Ayuntamiento, me llevaron a indagar acerca de la historia de esta villa manchega, como tengo por costumbre en todos los pueblos de los que he sido Secretario, ya que soy de aquellos que aún creen que no se puede conocer bien el presente de un pueblo, si no se conoce su pasado.

 

  Pocos resultados obtuve, la verdad, puesto que el archivo municipal había sido destruido por un incendio, que parece ser el triste destino de la mayoría de los archivos municipales, y sus legajos y papeles no iban más allá de los inicios de este siglo XX en que vivimos. Todo lo que se sabía oficialmente sobre Corral de Almaguer y su historia estaba condensado en unas notas que el simpático y ya jubilado Rufino, oficial del Ayuntamiento, conservaba, y cuyo contenido en diversas variantes había sido publicado reiteradamente en los “comerciales" programas de fiestas anuales en honor de la Patrona. 

  
A base de dichas notas redacté el texto del folleto turístico que bajo el título “Corral de Almaguer: donde la
Mancha empieza a ser" y con mi dirección se editó por el Ayuntamiento en 1971. Pero que Corral de Almaguer tenía una historia importante se deducía claramente de su monumental iglesia, de su consistorial, de los edificios que enmarcan su Plaza Mayor, de los otros muchos edificios blasonados de las familias tradicionales. De su ermita de la Virgen de la Muela, de haber pertenecido a la Orden de Santiago y de su propio ambiente y costumbres.

 

   Cuando en 1970 se efectuaron unas reformas en la Consistorial, a mí me pareció, y así resultó luego, que aquel edificio era algo más que el consabido y pueblerino albergue del Ayuntamiento. Efectivamente, había sido proyectado por el gran arquitecto del siglo XVIII, Ventura Rodríguez Tizón, como claramente se lo decía al señor Alcalde, en una carta fechada en 25 de agosto de 1969, Thomas F. Reese, del departamento de Historia del Arte de la norteamericana Universidad de Yale, quien trabajaba entonces en una tesis sobre Ventura Rodríguez y que, por lectura de Llaguno Amirola, había tenido noticia de que en 1777 el gran arquitecto español diseñara la Casa Ayuntamiento de Corral de Almaguer que comprendía: -cuadras para el peso real, oficio de escribano y sala de Juzgado, y separadas: carnicerías, cárcel, habitación para el Alcalde, escuela de primeras letras, cuarto para el maestro, y otros para médico y perceptor-, que todo ello y más cabía en efecto en la manzana de la consistorial proyectada por Ventura Rodríguez, como lo prueba el que hasta hace poco se alojaban en ella, el Ayuntamiento, el Juzgado, la cárcel, la sucursal de un banco, un bar, una relojería, los servicios de correos y telégrafos, un transformador de la U.E., el teleclub, las oficinas del movimiento, la escuela de música y la agencia de extensión agraria, con vivienda, además, para el encargado de telégrafos.

 

   El afán de modernización y reformismo hizo que prácticamente desapareciese el antiguo patio interior, aunque no afectó a la fachada que se conserva como antes de la reforma, incluso mejorada, al haber sido liberados de la cal y el mortero los magníficos soportales de su principal fachada, gracias a la cooperación de la entidad bancaria establecida en una esquina de la planta baja, de las dos de que consta la consistorial corraleña. Esto me puso sobre la pista del expediente manuscrito que en relación con la construcción de la Casa-Ayuntamiento se conserva en el Archivo Histórico Nacional, y del que más adelante daré cumplida noticia. La realización de una serie de actos tradicionales, cuyo origen desconocían los vecinos y remontaban en algunos casos <<al tiempo de los moros>>, confirmaba la existencia de un pasado histórico importante, celosamente conservado por los corraleños: la romería de Santa Agueda, la traída y llevada de la Virgen de la Muela desde la ermita al pueblo, el ceremonial de las fiestas patronales, los ritos de la Candelaria, llamaron mi atención y bajo el punto de vista costumbrista y sociológico los traté en una reciente monografía (Tradiciones Locales y Protocolo. Separata de la publicación “homenaje a don José María Peláez Suárez”, Secretario General del Excmo. Ayuntamíento de Sevilla, 1976.)

  

   Aunque, en cierto modo, mi compromiso moral con Corral de Almaguer quedaba cubierto con esta publicación, seguí preocupándome por su pasado. A través de una referencia de Muñoz Romero, supe de la existencia de dos manuscritos sobre la historia del querido pueblo manchego, uno de Fr. Juan Antonio González de Frías que, al parecer, se conservó en el Convento de las Trinitarias Descalzas de Toledo hasta que dicho convento desapareció, sin que ni en el Archivo Histórico Nacional ni en Toledo me diesen razón del mismo; y el otro que lleva por título: «Relación de la antigüedad y servicios de la villa de Corral de Almaguer” que se conserva en la Academia de la Historia, en Madrid, en el tomo de manuscritos número 44, de la Biblioteca Salazar, y del que me ocuparé enseguida, al igual que de otro manuscrito: “Brebe Descripción de la Villa y Convento del Corral de Almaguer, Priorato de Santiago de Uclés, nullius Dioccesis”, incluido en el "Diccionario Geográfico de España”, de Tomás López, ms. 7.309, de la Biblioteca Nacional.

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Aparte de estos tres manuscritos, que creo están inéditos, he ido recogiendo diversas notas y apuntes de épocas distantes relativas a Corral de Almaguer y a hechos y sucesos de su historia que también transcribiré y comentaré en un posterior trabajo, pues considero que no solo pueden reportar cierta utilidad para un mejor conocimiento del pasado de esta villa manchega, sino servir de orientación a quienes deseen profundizar en el estudio, que juzgo muy interesante, de la importante historia de Corral de Almaguer. Con tales materiales construyo este modesto trabajo que, en alguna medida, creo puede servir para que los corraleños, y en especial los niños y jóvenes que asisten a sus centros de enseñanza, y a los que está preferentemente dedicado, puesto que no me he olvidado de los inconvenientes con que tuvieron que luchar, por carecer de antecedentes y publicaciones al efecto, para escribir algo acerca de la historia de su pueblo en la Semana Municipal de Educación que con notorios resultados organizamos, y que esperamos tenga continuidad en el futuro.

 

Posdata. Ante la absoluta falta de movimientos culturales en la población, Fariña organizó entre todos los colegios el primer concurso infantil de redacción sobre Historia y Tradiciones de Corral de Almaguer. En ese concurso, que puso en mí la semilla de un futuro interés por la historia, conseguí el primer premio de redacción consistente en una caja de lapiceros de colores Alpine. A pesar de la pobreza del regalo, me fui a casa más contento que unas castañuelas.

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