BIOGRAFÍA
De vuelta a la función pública,
en 1970 solicitó la plaza de Corral de
Almaguer, permaneciendo tres años y medio en este Ayuntamiento, compaginando
su puesto con el de profesor del Instituto de Estudios de Administración Local de Madrid. En 1973 pasó
a la secretaría de Getafe, donde su pasión por la historia y la literatura lo
llevaron a publicar numerosos trabajos sobre aquella población, recibiendo el
título de Hijo Adoptivo y Cronista
Oficial del municipio. Tras una estancia de 8 años en esta población y ya
como Presidente del Colegio Nacional de Secretarios, Fariña regresa en 1981 a
su tierra natal como secretario de la Diputación de Pontevedra, siendo nombrado
por decreto “Oficial Mayor” del
recién creado Parlamento de Galicia, en la convicción de que su larga
experiencia y su conocimiento de la administración constituirían una baza
imprescindible para la puesta en marcha de aquella institución, como así fue y
se le reconoció, quedando posteriormente como asesor.
Fariña Jamardo (abajo a la derecha) con la asociación de Cronistas Oficiales de España |
Su labor como escritor (en
gallego y castellano) es tan variada e intensa, que no podemos recogerla para
no alargar demasiado este artículo, pero sí apuntar que cultivó las diferentes
ramas de la literatura: novela, ensayo y poesía, por las que recibió numerosos
premios, sin olvidar las investigaciones históricas que lo llevaron a ser
miembro de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y de las que
afortunadamente también se benefició Corral de Almaguer como veremos a
continuación.
Tras hacerse cargo de las tareas
del consistorio, que le resultaron extrañamente fáciles y simples viniendo de
donde venía, descubrió que contaba con mucho tiempo libre para dedicarlo a su
principal afición: la literatura. Pero ¿Qué podía hacer en aquel pueblo perdido
de la Mancha donde la cultura brillaba por su ausencia y donde prácticamente
todas las celebraciones y actos oficiales giraban alrededor de la Iglesia y del
Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas?
Convencido de la importancia
histórica de la población, según parecían reflejar muchos de sus edificios,
decidió investigar en el archivo municipal confiando en encontrar algún
documento antiguo que le proporcionara la excusa perfecta para escribir. Lo que
descubrió le partió el alma. Legajos de todo tipo sin orden ni control, atados
con cuerdas unos, amontonados otros, colocados en viejos anaqueles de madera de
cualquier forma y sin catálogo alguno, y el suelo del archivo regado de papeles
oficiales utilizados habitualmente para encender la estufa. Aquello era un
auténtico caos; una pesadilla sin solución a corto plazo. En vista de que el
archivo no le podía ofrecer lo que buscaba y tras constatar que no había documentos
oficiales de más de siglo y medio de antigüedad, decidió tirar de contactos e
investigar en instituciones oficiales del estado, como la real Academia de la
Historia o la Biblioteca Nacional. Estando en esa tesitura, llegó a la
secretaría una carta procedente de la Universidad de Yale (Estados Unidos) en
la que, ¡oh ironía del destino!, un americano venía a informar a los corraleños
sobre la autoría de su propio Ayuntamiento.
Convencido del potencial
turístico de Corral de Almaguer, Fariña ideó la primera propaganda moderna de
la historia de la localidad y la plasmó en un famoso tríptico que aún permanece
guardado en muchas casas de la población, acuñando aquel famoso lema que
pasaría a la posteridad: “Corral de
Almaguer, donde la mancha empieza a ser”
Mi permanencia durante tres años
y medio en
Corral de Almaguer desempeñando la Secretaria de su
Ayuntamiento, me llevaron a indagar acerca de la historia de
esta villa manchega, como tengo por costumbre en todos los pueblos de los que he sido
Secretario, ya que soy de aquellos que aún creen que no se puede conocer bien el presente de un pueblo,
si no se conoce su
pasado.
Pocos resultados obtuve, la verdad,
puesto que el archivo municipal había sido destruido por un incendio, que
parece ser el triste
destino de la mayoría de
los archivos municipales, y sus legajos y papeles no iban más allá de los inicios de este siglo XX en que vivimos. Todo lo que se sabía
oficialmente sobre Corral
de Almaguer y su historia estaba condensado en
unas notas que el simpático y
ya jubilado Rufino,
oficial del Ayuntamiento, conservaba, y cuyo
contenido en diversas variantes había sido publicado reiteradamente en los “comerciales" programas de fiestas anuales en
honor de la Patrona.
A base de dichas notas redacté el texto del
folleto turístico que bajo el título “Corral
de Almaguer: donde la Mancha empieza
a ser" y
con mi dirección se editó por el Ayuntamiento en 1971. Pero que Corral de
Almaguer tenía una historia importante
se deducía claramente de
su monumental iglesia, de su consistorial, de los edificios que enmarcan su
Plaza Mayor, de los otros muchos edificios blasonados de las familias
tradicionales. De su ermita de la Virgen de la Muela, de haber pertenecido a la
Orden de Santiago y de su propio ambiente y costumbres.
Cuando en 1970 se efectuaron unas reformas
en la Consistorial, a mí me pareció, y así resultó luego, que aquel edificio
era algo más que el consabido y pueblerino albergue del Ayuntamiento.
Efectivamente, había sido proyectado por el gran arquitecto del siglo XVIII,
Ventura Rodríguez Tizón, como claramente se lo decía al señor Alcalde, en una
carta fechada en 25 de agosto de 1969,
Thomas F. Reese, del
departamento de Historia del Arte de la norteamericana Universidad de Yale,
quien trabajaba entonces en una tesis sobre
Ventura Rodríguez y
que, por lectura de
Llaguno Amirola, había tenido noticia de que en 1777 el gran arquitecto español
diseñara la Casa Ayuntamiento de Corral de Almaguer que comprendía: -cuadras
para el peso real, oficio de escribano y sala de Juzgado, y separadas: carnicerías, cárcel,
habitación para el Alcalde, escuela de primeras letras, cuarto para el maestro,
y otros para médico y perceptor-,
que todo ello y más cabía en efecto en la
manzana de la consistorial proyectada por Ventura Rodríguez, como lo prueba el
que hasta hace poco se alojaban en ella, el Ayuntamiento, el Juzgado, la
cárcel, la sucursal de un banco, un bar, una relojería, los servicios de
correos y telégrafos, un transformador de la U.E., el teleclub, las oficinas
del movimiento,
la escuela de música y
la agencia de extensión agraria, con vivienda, además, para el encargado de
telégrafos.
El afán de modernización y reformismo hizo
que prácticamente desapareciese el antiguo patio interior, aunque no afectó a
la fachada que se conserva como antes de la reforma, incluso mejorada, al haber
sido liberados de la cal y el mortero los magníficos soportales de su principal
fachada, gracias a la cooperación de la entidad bancaria establecida en una
esquina de la planta baja, de las dos de que consta la consistorial corraleña.
Esto me puso sobre la pista del expediente manuscrito que en relación con la
construcción de la Casa-Ayuntamiento se conserva en el Archivo Histórico
Nacional, y del que más adelante daré cumplida noticia. La realización de una
serie de actos tradicionales, cuyo origen desconocían los vecinos y remontaban en algunos casos
<<al tiempo de los moros>>, confirmaba la existencia de un pasado
histórico importante, celosamente conservado por los corraleños: la romería de
Santa Agueda, la traída
y llevada de la Virgen
de la Muela desde la ermita al pueblo, el ceremonial de las fiestas patronales,
los ritos de la Candelaria,
llamaron mi atención y
bajo el punto de vista costumbrista y sociológico
los traté en una reciente monografía (Tradiciones
Locales y Protocolo. Separata de la publicación “homenaje a don José María
Peláez Suárez”, Secretario General del
Excmo. Ayuntamíento de Sevilla, 1976.)
Aunque, en cierto modo, mi compromiso moral
con Corral de Almaguer quedaba cubierto con esta publicación, seguí
preocupándome por su pasado. A través de una referencia de Muñoz Romero, supe
de la existencia de dos manuscritos sobre la historia del querido pueblo
manchego, uno de Fr. Juan Antonio González de Frías que, al parecer, se
conservó en el Convento de las Trinitarias Descalzas de Toledo hasta que dicho
convento desapareció, sin que ni en el Archivo Histórico Nacional ni en Toledo
me diesen razón del mismo; y el otro que lleva por título: «Relación de la
antigüedad y servicios de la villa de Corral de Almaguer” que se conserva en la
Academia de la Historia, en Madrid, en el tomo de manuscritos número 44, de la
Biblioteca Salazar, y del que me ocuparé enseguida, al igual que de otro
manuscrito: “Brebe Descripción de la Villa y Convento del Corral de Almaguer,
Priorato de Santiago de Uclés, nullius Dioccesis”, incluido en el
"Diccionario Geográfico de España”, de Tomás López, ms. 7.309, de la
Biblioteca Nacional.
!
Posdata.
Ante la absoluta falta de movimientos culturales en la
población, Fariña organizó entre todos los colegios el primer concurso infantil
de redacción sobre Historia y Tradiciones de Corral de Almaguer. En ese
concurso, que puso en mí la semilla de un futuro interés por la historia, conseguí
el primer premio de redacción consistente en una caja de lapiceros de colores
Alpine. A pesar de la pobreza del regalo, me fui a casa más contento que unas
castañuelas.
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