INTRODUCCIÓN
Así se verían los dos molinos de viento situados en los "Altos de la Encarnación" cerca del actual cementerio |
Los molinos de viento manchegos
Los molinos de viento surgieron a
partir del siglo XVI y se fueron extendiendo durante los dos siguientes siglos
por buena parte de las villas manchegas que no contaban en sus inmediaciones con
ríos cercanos o caudales de agua suficientes, pero sí con montículos elevadas
que aseguraban durante buena parte del año un flujo de viento suficiente para
mover las aspas de los molinos.
Según los estudiosos en la
materia, el origen y la tecnología que encerraban estos artefactos fue
importada desde los países nórdicos y centroeuropeos hacia el mediterráneo, por
lo que no es de extrañar que tanto la estructura como las diferentes piezas de los
molinos franceses -por poner un ejemplo- reciban los mismos nombres que las de
los españoles.
Mecanismo básico de un Molino de Viento |
El problema que presentaba esta
nueva fuente de energía y por ello la hacía menos práctica que el agua, era la
imprevisibilidad de aparición y desaparición del viento, así como su velocidad
y dirección cambiantes. Circunstancias que obligaron a los constructores a utilizar
la imaginación e idear unas estructuras sólidas de cierta altura y perfil
redondeado, coronadas por una cubierta en forma de caperuza cónica, susceptible
de girar en caso necesario para situar las aspas frente al viento.
Los molinos manchegos eran, por
lo tanto, edificaciones de mampostería con forma cilíndrica y estructura
interior de tres plantas, en la última de las cuales se alojaban los mecanismos
del artificio y las piedras de moler. Se encontraban rematados, tal y como hemos
comentado en el párrafo anterior, por un tejado en forma de cono capaz de girar
en busca del viento ayudado por la tracción que imprimían dos personas a un
palo de unos 15 metros de largo que descendía desde la caperuza hasta el suelo
y que era conocido como “palo de gobierno”.
Mecanismo de un Molino de Viento |
De las tres plantas que formaban
la estructura de mampostería del molino, la más elevada o “moledero” contenía, como
ya hemos comentado en un párrafo anterior, el mecanismo principal de todo el artilugio
y se encontraba rodeada en su perímetro por doce “ventanillos” que ayudaban al
molinero a conocer en todo momento la dirección de los aires predominantes para,
en su caso, girar la caperuza y enfrentar las aspas contra el viento del norte
o “cierzo”, contra el viento del sur o “mediodía”, contra el viento del este o
“solano”, contra el viento del oeste o “ábrego” y otros vientos intermedios como
el toledano y el matacabras que soplaban en la zona.
La planta intermedia del molino o
“camareta”, era el lugar donde se almacenaban las herramientas y se cernía o
cribaba la harina que caía desde el piso superior a una serie de cedazos o
cribas de distinto grosor que utilizaban también el movimiento del molino y que
limpiaban la harina de la cáscara o “salvado” y de otros elementos que la
pudieran ensuciar. Esta planta contaba con una ventana para ventilación e
iluminación, situada justo encima de la puerta de entrada al molino.
La planta baja también denominada
“silo” se encontraba a nivel del suelo y era el lugar donde se almacenaban los
“costales” a la espera de ser cargados en los carros. Dichos costales eran
sacos de lona con capacidad para una fanega de harina y con forma alargada para
ser transportados a hombros más fácilmente. Los costales solían tener grabadas
las iniciales del dueño de los sacos para facilitar así su identificación y
evitar robos. En esta planta se encontraba también la puerta de entrada al
molino, siempre orientada hacia el sur que era el lado de los vientos menos predominantes,
para evitar al máximo el peligro de un posible golpe con las aspas al salir. A
la derecha de la entrada, por el interior, se encontraba la escalera de caracol
que comunicaba con la segunda y tercera planta y en el exterior solía haber un
poyete para descanso del molinero y los clientes. El edificio se encontraba
rodeado en su perímetro y a cierta distancia, por unos diez o doce monolitos de
piedra fijados al suelo, conocidos como ”hitos de amarre”, en los que se ataba
el palo de gobierno con una fuerte cadena para evitar que los fuertes vientos
movieran la caperuza.
Los molinos de viento de Corral de Almaguer
Tres fueron los molinos de viento
que levantaron en las afueras de la población algunas de las familias más poderosas
de la localidad, para intentar compensar en parte los efectos de la parada
forzosa que sufrían los molinos del Riansares durante los meses de verano. Sin
embargo, el problema con los molinos de viento de Corral de Almaguer, no era
tanto la inversión que requería su edificación, dado que por esta época existían
constructores de molinos en nuestra villa y personas económicamente poderosas
para financiarlos, como la falta de promontorios suficientemente elevados en
los que conseguir un flujo más o menos constante de viento.
Y es que los lugares más
adecuados para su instalación (el cerro de la Muela y la Sierra de Almaguer) se
encontraban bastante alejados del municipio y en terrenos de la encomienda, por
lo que de construirse en estos lugares estarían obligados a entregar parte de
la molienda al comendador, cosa que no agradaba en absoluto a los propietarios.
Es por ello que Collados, Almagueres y Martínez de la Cabeza decidieron
levantar su propio molino en terrenos cercanos al municipio y más concretamente
en los lugares de su propiedad que los maestros constructores especializados en
el tema consideraron más adecuados. Es decir: emplazamientos elevados libres de
obstáculos, edificios y arboledas, en los que incidieran corrientes de aire.
Fotomontaje a partir de una foto de los años 50, en la que se muestra el perfil que hubiera presentado la población de haberse mantenido los tres molinos de viento |
El resultado fue que entre finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII aparecieron tres molinos de viento recortados en el perfil de la población. Dos en los llamados “altos de la Encarnación” (entre el actual cementerio y el antiguo convento de frailes) y otro en las inmediaciones del cerro de la vega, hoy en día conocido como las eras altas.
La noticia más antigua sobre los
molinos de viento de Corral de Almaguer data de comienzos del Siglo XVII y es
una curiosa anécdota revestida de tintes milagrosos, sobre un grave suceso
ocurrido en el molino de los Almagueres, situado en las cercanías de lo que es
en la actualidad el cementerio municipal. Dicha noticia se encuentra recogida
en el llamado Nobiliario de los Gascos (el libro más valioso de la localidad,
depositado en la parroquia) y es del tenor siguiente:
“Del segundo matrimonio casó D.
Diego de Espinosa con Dª Isabel Rodríguez de Villatobas y tuvieron tres hijos:
Gonzalo, Diego y Pedro, éste último fue dominico colegial del convento de Santo
Tomás de Alcalá y afamado teólogo. Este fray Pedro de Espinosa, siendo muchacho,
sirvió en el molino de viento de los Almagueres, sus primos, y la rueda le
cogió con los pinachos y la linterna y le maltrató la cabeza, de forma que no
habló en algunos días. Y las primeras palabras que habló dicen que fue “válgame
San Pedro Martir”, por lo que su madre le ofreció que, si vivía, había de ser
de su hábito, siendo luego Prior de San Pedro Martir de Toledo y afamado
teólogo”(Pag. 507). Esto ocurrió en el primer tercio del Siglo XVII,
por lo que el molino debió construirse entre finales del Siglo XVI y comienzos
del XVII.
La siguiente información sobre
los molinos de viento de Corral de Almaguer data de unos cien años después y la
encontramos recogida en los libros que componen el llamado Catastro del marqués
de la Ensenada (unos 80.000 gruesos libros manuscritos). En esta ocasión, don
Zenón Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, un auténtico hombre de
la ilustración, propuso al rey Fernando VI confeccionar un inventario general de
la riqueza existente en los municipios españoles de la corona de Castilla, con
el objeto de eliminar los muchos y complicados impuestos que recaían como
siempre sobre el estado llano -pues casi todos eran impuestos indirectos- e imponer
una única contribución inspirada en el sistema impositivo catalán, del que no
se libraban la nobleza ni las grandes fortunas. Una auténtica revolución que
pretendía conseguir un reparto más equitativo de las cargas tributarias entre
todos los españoles, imponiendo un impuesto único, directo y proporcional a los
ingresos de cada persona. Ni que decir tiene que jamás se llevó a cabo,
precisamente por la presión de la nobleza y los grandes propietarios.
Aspecto muy similar al que presentaba el Molino situado junto a las eras altas |
Molinos Arineros de Viento:
Un Molino Arinero de Biento en el
sitio que dicen los altos de la encarnación. Tiene una piedra que, en tiempo de
Berano, travaja como quatro meses. Es propio de Gabriel Martínez de la Cabeza,
vecino de esta villa y, sin hacer compensación de lo necesario para sus
reparos, le deja de utilidad en cada un año doce fanegas de trigo. Y a
Francisco García Ballesteros, vecino de esta villa, maestro que lo gobierna,
seis fanegas.
Otro Molino Arinero de Biento en
dicho sitio, es propio del señor Don Juan Diego de Almaguer, alcalde hordinario
desta villa. No se halla corriente, por cuya razón no se le regula utilidad
alguna. Y si llegare a estarlo, la misma que aelantezedente.
Otro molino Arinero de Biento en
el camino de Villanueva, es propio de Don Basilio Joseph Collado, vecino de
esta villa,. No le regulan utilidad alguna por no estar corriente. Pero si
llegase el caso de estarlo, le regulan doce fanegas de trigo.
Profundizando en los enormes
tomos del catastro, hemos encontrado algunos detalles más sobre los molinos: “un
molino de viento camino del Horcajo, a la izquierda, inmediato al convento de
religiosos de esta villa y otro de Gabriel Martínez de la Cabeza cuyo molino no
produce utilidad alguna por no estar corriente” información que parece
contradecir lo recogido en el primer párrafo
Igualmente, en las páginas que
recogen los bienes de D. Basilio José Collado, heredero del mayorazgo de los
Collados, encontramos: “otra tierra de media fanega que produce
trigo con dos años de intermedio camino de Villanueva a la derecha, en la que
se halla situado el molino de viento arruinado. Dista de la población un tiro
de bala”.
Como vemos, uno de los molinos
(el de Collado) ya estaba en ruinas por esas fechas y el de los Almagueres
cerrado y sin funcionar. Es obvio que la escasa altitud de los promontorios en
los que fueron construidos condicionaba la fuerza de los vientos y esto
limitaba a su vez la rentabilidad.
La siguiente noticia sobre los
molinos de viento la encontramos cien años más tarde (1864) en el manuscrito de
D. Gorgonio. En su descripción general
del Corral de Almaguer del Siglo XIX, se recoge:
Mapa del siglo XIX en el que aparece recogido el lugar en el que se encontraba el último molino de viento de Corral de Almaguer, por esas fechas propiedad de la familia Mora |
Sólo existen dos. El uno
corriente propio de Venancio Sánchez, sito como a un tiro de bala de la
población, por el camino de la cabeza a la izquierda, linde del frente a la
huerta de don Julián Guisasola. Y el otro destruido, propio de Don Juan Manuel
Collado, camino del escardillo a la derecha, linde de él y de las eras de D.
Eusebio Salazar y Basiliso Álvarez.
Documento que nos ratifica la venta
o arrendamiento del molino de los Martínez de la Cabeza, muy cercano al actual
cementerio (que por aquel entonces todavía no existía), así como la desaparición
del molino de los Almagueres (por esta época marqueses de Maenza y Condes de
Puñonrostro), en sintonía con la pérdida del resto de sus propiedades –casas y
tierras- en Corral de Almaguer, por
culpa de la gran afición al juego del Marqués.
A pesar de las dificultades y de
la aparición de las fábricas de harinas entre finales del Siglo XIX y comienzos
del XX, alimentadas ya por energía eléctrica, uno de los molinos siguió
funcionando hasta comienzos del Siglo XX. Se trataba del único molino de viento
que había sobrevivido a las calamidades de los tiempos y era propiedad por
estas fechas de la familia “Mora”. A
finales del Siglo XIX (1886) aparece como propietario Venancio Mora y en 1905
aparece regido por Eulogio Mora.
Rufi eres único
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