Antigua iglesia de Corral de Almaguer de Yanque (Perú)
Como pudimos comprobar en un
artículo anterior sobre presencia corraleña en la conquista de la Florida, no
fueron pocos los vecinos de nuestra localidad que decidieron desafiar al
destino y buscar la aventura en lejanos países e inexploradas tierras, con la
esperanza de encontrar en ellas las soñadas riquezas que describían los
navegantes, hallar uno de esos lugares de ensueño en los que el paraíso se
confunde con la tierra o, simplemente, vivir experiencias que les hicieran
sentir vivos y conocer, aunque solo fuera por un instante, la tan anhelada
sensación de felicidad que justifica toda una existencia.
Y aunque efectivamente podemos
constatar que hubo corraleños en casi todos los lugares del mundo conocido, debemos
reconocer que la mayoría lo hicieron por obligación y no por gusto. Es decir:
que si vivieron peligrosas aventuras y retaron en numerosas ocasiones a la
propia muerte, casi nunca lo hicieron por elección propia, sino más bien por
disciplina militar, vocación religiosa o mandato real, siguiendo las pautas que
les dictaban desde la península sus respectivos generales, superiores
religiosos e intendentes gubernamentales.